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La voz de los cazadores es la savia de la caza social en España, por eso es importante que entre todos expresemos nuestras inquietudes sobre todo lo que nos afecta, de una forma respetuosa y sencilla.

La caza social debe recuperar el protagonismo que le quitaron durante las últimas décadas y que mejor forma de hacerlo que a través de la voz de los cazadores.

Este espacio es un punto de encuentro de todos los cazadores sociales de España, por eso la UNAC te invita a participar en él con tus aportaciones.

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Los cazadores estamos asistiendo a un fenómeno que cada día cobra más fuerza en nuestra sociedad. Con solo dar un rápido vistazo a las redes sociales, podremos ver como muchas personas tienen cubiertos sus “muros” de fotos de perros acompañadas de mensajes que buscan crear una conciencia colectiva de humanización perruna.
Una simple foto de un perro sujetando la correa de otros, sirve de base para lanzarnos un mensaje de “solidaridad”, en el que nos contarán que uno de los canes es ciego y el otro actúa como su lazarillo. De forma que en pocas horas, la imagen con su mensaje, cruzará las redes sociales de punta a punta y será compartida en miles de “muros”.

Esos amantes perrunos son fácilmente identificables, puesto que basta también con mirar sus respectivos “muros” para ver que en ellos predominan las fotos de canes sobre las de personas. Y para ver también multitud de mensajes compartidos que hablan de las bondades de la raza perruna y lo decepcionante de la raza humana. Su mensaje preferido es aquel que cuenta que un perro nunca te fallará y que una persona si que lo hará.

Son socios de protectoras de animales, con las que colaboran de forma casi compulsiva, para evitar que se sacrifique a un solo perro más. Para ello buscan sin descanso a otras personas que se sienten atraídos por la moda “perruna”, con el objetivo de que adopten el perro de turno, dando igual si es un perro de compañía o de caza. Todo vale, porque los perros son iguales ante sus ojos. Para ellos es lo mismo un galgo que un podenco, y tanto da si van a vivir en un piso como si lo van a hacer en una finca del campo. Es un gran logro social conseguir que un galgo acabe viviendo en un piso de 50 metros cuadrados.

El gremio de los veterinarios hace presa fácil de ellos, y refuerzan su “conciencia perruna” continuamente, para poder hacer el agosto a sus expensas. Son clientes a los que poder sacar los dineros, a cambio de convencerles de que tienen que hacer lo imposible por proporcionar una calidad de vida lo más humana posible a sus perros. Eso si, después de castrarlos convenientemente. Porque un perro sin castrar no es un verdadero perro, es decir, un espíritu libre que es capaz de entender los razonamientos que le hace su dueño. Por eso la castración nunca la ven como un posible maltrato animal, sino como una forma de que sean más tranquilos y menos perros.

Y como no podría ser de otra forma, todos ellos comparten una repulsa exacerbada contra la caza, y en especial, contra los cazadores. Seres a los que consideran maltratadotes compulsivos de sus perros, para después pasar a abandonarlos en cualquier parte, como remate final de su deleznable comportamiento humano. Es más, si a un cazador se le ocurre acudir a una protectora de animales a buscar un perro de caza, lo más seguro es que llevará una mala contestación, por no decir un rotundo “no, que eres cazador”.

Los perros de un amante perruno tienen sentimientos y cuentan con personalidad propia. Celebran sus cumpleaños cada doce meses y algunos llegan a comer un trozo de su propia tarta de chocolate, cubierta con las correspondientes velitas. Van a la playa y se baña en la piscina. Son espíritus libres que nunca fueron adiestrados, puesto que dada su condición “humana”, solo es cuestión de explicarles en nuestro propio lenguaje lo que esperamos de ellos, para que pasen después a hacerlo. Con lo que sus dueños evitan horas y horas de tediosos ejercicios repetitivos que no son propios de la condición humana de estos canes.

Se les viste a la moda, se cortan el pelo, se bañan y se perfuman. Llevan arneses, nunca collares. Muerden barritas especiales para quitarse el sarro de sus dientes y nunca pueden dormir fuera de la casa, porque eso sería inhumano. La cama de sus amos es su mejor lugar de descanso. Son animales que pueden andar sueltos y sin correa por el campo, aunque sea durante los meses de cría del resto de animales, porque su conocimiento ya les impide que se acerquen a los nidos o provocar daño alguno e incluso molestias a la fauna silvestre. Y cuando sus dueños de van de fin de semana, les llevan a un “hotel perruno” para que sean atendidos convenientemente.

Los canes de los amantes perrunos no quedan cubiertos, sino embarazados, porque antes hacen el amor. Y después no paren, dan a luz. Tampoco mueren, porque fallecen.

Pero si de verdad queremos conocer a los amantes perrunos, no hay mejor forma que ver cualquiera de los programas de televisión protagonizado por los adiestradores profesionales. Hay españoles, mejicanos y hasta ingleses. Y todos ellos se encuentran con el mismo problema caso tras caso: Los dueños no tratan a sus perros como tales.

Por eso, cuando un adiestrador televisivo aterriza en un hogar en el que el equilibrio perruno se ha roto, suele solucionar el problema de una manera rápida y sencilla. Solo tiene que empezar explicando al dueño que su perro es solo un perro, no un ser humano. A partir de ese momento el perro se vuelve educado, obediente y deja de ser un problema.

Si tenéis la mala suerte de tener un vecino que sea amante de los canes, nunca se os ocurra decirle la siguiente frase de César Millán, “El encantador de perros”: Es totalmente ridículo tratar a un perro como a un humano.

Los cazadores de la UNAC

Los habitantes del rural gallego cuentan que cada vez es más fácil ver un lobo donde viven. Que se los encuentran a cualquier hora del día y que no son los animales asustadizos que recuerdan de cuando eran niños y al que muchos se enfrentaron, vara en mano, para defender las vacas de sus familias.
También dicen que son lobos “raros”, que no son como los de antes y que por su aspecto y la forma en que se comportan, más bien parecen “lobos mixtos”. Curiosa definición de un lobo por parte de unas personas que conocen a éste animal.

Los de aldea no se explican de donde salieron los lobos, pero rápidamente te explican que alguien les contó a su vez, que un amigo vio un día como salía una manada de lobos de una furgoneta y que después volvía de vez en cuando para dejar carne en aquel sitio. Con toda seguridad que se trataba de un cebadero para capturar lobos y ponerles collares con GPS, pero como la Xunta de Galicia no quiere dar información de estas cosas, pues la leyenda urbana seguirá creciendo hasta que explote.

Esa es la versión de la situación del lobo que hay en el rural de Galicia y que poco tiene que ver con la que cuentan los urbanitas verdes que se preocupan con ahínco de que el lobo se convierta en un animal intocable del que casi no podamos ni hablar el resto de los mortales.

La estrategia de los urbanitas estás muy clara y saben como utilizar todos los medios a su alcance para defenderla a muerte. Se conocen de memoria todas las respuestas a las preguntas difíciles que les pueda plantear un periodista que trate de informar sobre el lobo. No se cansan de repetir una y otra vez que las poblaciones del lobo no están creciendo, que el que diga que hay lobos híbridos es un completo ignorante y que los daños que hacen los tiene que pagar la Administración rápidamente, porque en el fondo, si se hace la cuenta de la vieja, y se divide el coste de esos daños entre todos los gallegos, casi no tocamos a nada.

¿Y que dicen los ganaderos? Pues que les indemnicen, bien y rápido, porque es lo que gritan a los cuatro vientos los urbanitas. No tienen posibilidad de plantear otro discurso porque de hacerlo corren el riesgo de perder esas indemnizaciones económicas que pelean con más entusiasmo los urbanitas que ellos mismos. Han pasado a ser unos convidados de piedra en todo este asunto y parece que están muy cómodos con el papel que les han dado en esta obra de teatro.

Y con este panorama, no podemos faltar en la conversación los cazadores, que somos conscientes de que esto se está empezando a irse de las manos, que estamos viendo como las poblaciones de ungulados sufren una presión del cánido que empieza a preocupar en muchos sitios, y que para más INRI, ahora nuestros perros se han convertido en presas del lobo durante la celebración de los ganchos.

¿Pero cual debe ser el discurso de los cazadores ante esta situación? Desde siempre hemos mantenido la opinión de que hay que controlar esas poblaciones de lobo para que no se conviertan en un problema y nos hemos ofrecido a colaborar en ese control. También hemos planteado el aprovechamiento de esos individuos a extraer, con la justificación del retorno económico que puede llevar a los habitantes del rural.

Como no podía ser de otra manera, si echamos mano del manual del perfecto urbanita verde, la réplica a la propuesta de los cazadores está perfectamente redactada y justificada, por lo que hasta el menos convencido de ellos te responde que da más dinero el turismo que se podría general “enseñando” el lobo, que cazándolo y que solo pretendemos caza y cazar.

La Administración mira desde lo alto de su minarete de marfil y cada vez que da un paso, se lo piensa tres veces, puesto que tiene un miedo escénico a los urbanitas verdes que impide que actúe con lógica, lo que la lleva a entrar en este juego paranoico que, por lo general, termina en una cosa que se llama “Plan del Lobo”. Un documento estupendamente redactado y razonado que solo tiene un defecto, y es que solo sirve para justificar aun más los planteamientos de los urbanitas verdes.

Llegados a este punto sin retorno, quizás deberíamos plantearnos nuestro papel en esta locura que no tiene ni pies ni cabeza. ¿Qué pasaría si dejamos de hablar de caza del lobo? Puede que debiéramos plantearnos seriamente convertirnos en “ganaderos cinegéticos” que utilicen al urbanita verde para que le solucione la papeletea.

¿Por qué no podemos pedir nosotros indemnizaciones? ¿Qué justificación tendrán entonces los urbanitas verdes? Parece que su manual no contiene instrucciones para responder a la petición de indemnizaciones a los dueños de los perros que son comidos por el lobo, no solo los de los cazadores, sino de todos los que andan por el campo. Porque los urbanitas verdes también gustan de pasear con sus perros sueltos por el campo, eso si, perfectamente castrados, que es una de sus obsesiones compulsivas y que también tiene un capítulo extenso en su manual.

Es mismo manual tampoco contiene instrucciones precisas para contestar a una hipotética petición de compensación de la pérdida de renta cinegética, por lo que podríamos plantearnos seriamente exigir descuentos de las tasas que pagamos a la Xunta de Galicia por las matrículas de nuestros Tecores.

Una posibilidad fácil de aplicar sería coger el “Plan del Lobo” y la zonificación que aparecen en él, pero que solo se basa en los daños a la ganadería, para pedir descuentos del 75% de las tasas de los Tecores en la Zona 1, del 50% en la Zona 2 y del 25% en la Zona 3. ¿Por qué no lo podemos pedir? Si sumamos esa indemnización económica a la que ya obtienen los ganaderos y lo dividimos entre todos los gallegos, poca diferencia habrá con lo que se paga ahora.

Lo que está claro es que no podemos seguir jugando a un juego en el que los urbanitas verdes lo hacen con las cartas marcadas para conseguir ganar siempre, porque su único objetivo es que no se cace absolutamente nada en Galicia.

Resulta curioso ver como su doctrina no se aplica en casos tan curiosos como el del visón americano, que aunque parezca raro es una especie cinegética en Galicia. Deberíamos plantearnos muy seriamente los cazadores, revisar esa lista de especies cinegéticas que nos endosaron en su día y pedir que se saque de ella especies como el visón americano o las gaviotas, y que no tienen nada de cinegéticas, para que los urbanitas verdes puedan pedir proyectos LIFE a la Unión Europea con los que financiar su afición ecológica y seguir construyendo la naturaleza a su medida.


Los cazadores de UNITEGA

Ley de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad define la custodia del territorio como el conjunto de estrategias o técnicas jurídicas a través de las cuales se implican a los propietarios y usuarios del territorio en la conservación y uso de los valores y los recursos naturales, culturales y paisajísticos.
Y define las Entidades de custodia del territorio como organizaciones públicas o privadas, sin ánimo de lucro, que llevan a cabo iniciativas que incluyan la realización de acuerdos de custodia del territorio para la conservación del patrimonio natural y la biodiversidad.

Desde el año 2007 que se publicó la Ley del Patrimonio, el impulso de la custodia del territorio en España ha sido grande, pero los resultados probablemente no se correspondan con el esfuerzo que se ha hecho. Esta situación tiene su origen en dos causas fundamentales: la desconfianza de los propietarios de los terrenos a firmar dichos acuerdos con una serie de entidades que hasta ese momento han actuado como meros fiscalizadores de la gestión que hacían sobre sus propiedades; y a la inexistencia de fondos económicos de administraciones y cajas de ahorro o bancos, dedicados a financiar el mecenazgo de la custodia.

Estas dos causas unidas, constituyen una pinza que está ahogando al movimiento de custodia en España, obligando a muchos de sus impulsores a replantearse su hoja de ruta. No así a los que tienen claras sus ideas y han sido capaces de convencer con el esfuerzo a esos propietarios desconfiados, sin que la falta de dinero, ponga en peligro su proyecto. Entidades de custodia que vienen trabajando desde hace muchos años de forma seria y que en nada se parecen a estos paracaidistas que solo buscan un lugar donde encontrar una poltrona que les permita vivir holgadamente a costa del dinero público de todos nosotros.

Cuando lo lógico sería identificar un valor de nuestro patrimonio natural que custodiar y proteger, para a continuación entablar un diálogo con el propietario de ese bien o del territorio donde se encuentra, se ha pasado a buscar desesperadamente una base territorial cuyos propietarios se desentiendan de la gestión y la confíen completamente en los encargados de la custodia. Es decir, que hemos pasado a buscar un terreno, para después preocuparnos de encontrar algo dentro que poder custodiar, o que ese algo llegué allí con el tiempo.

Estos “paracaidistas de la custodia” van a ser, muy probablemente, los que mayor daño causen a este interesante e importante movimiento conservacionista, puesto que con sus minicortijos se convertirán en malos ejemplos que desvirtuarán a las Entidades conservacionistas que realmente trabajan como verdaderas entidades de custodia y que merecen el respeto de todos.

En el mundo de la caza también hemos empezado a ver caer estos paracaidistas advenedizos, que han encontrado en las Sociedades de Cazadores una presa fácil sobre la que montar sus cortijos. Y sorprende ver cómo muchos de ellos, que hasta hace cuatro días eran críticos con la actividad cinegética, ahora se interesan por ella y hasta reconocen con la boca pequeña el valor que la gestión cinegética tiene (la que se hace bien) para la conservación del patrimonio natural. Y aunque en el fondo no pueden disimular su repulsa contra la caza y los cazadores, no tienen reparo alguno en tragar saliva y esbozar una blanca sonrisa ante los cazadores de pueblo, los que practican la caza social, para poder montar a toda costa su minicortijo particular.

Pero este interés se torna en preocupación, cuando la Sociedad de cazadores que tienen delante explica al paracaidista de la custodia que en sus estatutos ya se recoge el espíritu de la Ley del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad. Que tienen planes de ordenación del patrimonio natural cinegético para gestionar a éstas especies que son y forman parte de la fauna de nuestro Patrimonio Natural, que hacen actuaciones para mejorarlo, y que vienen trabajando desde hace muchos años bajo el estricto control de la Administración, con las únicas aportaciones de los socios que la forman y con su trabajo altruista.

Y la preocupación se convierte en indignación cuando el cazador de pueblo, le cuenta al paracaidista, que su Sociedad está dentro de una Asociación autonómica (red de custodia), y que a su vez está dentro de una red estatal de custodia. Curiosamente esta preocupación no surge en aquellos que realmente trabajan por la custodia, ya que no tienen esa necesidad vital de montarse un minicortijo y se interesa por lo que hacen esas Sociedades de Cazadores y buscan líneas de colaboración mutua, que sirvan para enriquecer sus proyectos.

Es entonces cuando surge el problema para el paracaidista, que ve peligrar su aspiración de montarse un minicortijo y empieza a buscarle tres pies al gato, porque los cazadores no necesitan de sus servicios para seguir haciendo lo que saben y siempre hicieron. Lo que se transmitió de abuelos a padres y a hijos, sin ayudas económicas de las Administraciones o de la obra social de los bancos, es por si solo un perfecto ejemplo de custodia del territorio, aunque no les guste a esos paracaidistas que solo buscan su interés personal.


Notas:
- Según la RAE, la custodia es la acción y efecto de custodiar (guardar con cuidado y vigilancia).
- Las Sociedades de Cazadores, como personas jurídicas ni pegan tiros ni cazan, se dedican a administrar, gestionar, y guardar con cuidado y vigilancia las especies cinegéticas.

Antonio Mota
Secretario de UNAC

El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define al iluminado como “alumbrado” y como “el individuo de una secta herética y secreta fundada en 1776 por el bávaro Adán Weishaupt, que con la ciega obediencia de sus adeptos pretendía establecer un sistema moral contrario al orden existente en religión, propiedad y familia”.
De las dos definiciones, me quedo indudablemente con la segunda; adaptándola, claro está a la fecha actual y a lo que representa el movimiento “S.O.S. Salvemos la perdiz roja” en el mundo de la caza.

Sin duda alguna, lo que pretende “S.O.S. Salvemos la perdiz roja” se puede calificar como hérético, de ciega obediencia (hacia nuestra perdiz), y dispuesto a establecer un sistema contrario al orden existente. Y creo que su fundador, es totalmente consciente de ello.

Aunque también han empezado a ser conscientes de lo que significa ese movimiento herético los que en su día lo apoyaron, en medio de la “I Guerra Mundial Federativa” que desde el año pasado sufrimos pacientemente todos los cazadores de este país y los medios de comunicación cinegéticos.

Los que se arrimaron a sacarse la foto en su día, ahora se han dado cuenta de que el niño ha salido rebelde y que no dice lo que esperaban oír. Que no se corta un pelo y que sigue diciendo las mismas verdades del barquero que desde el primer día dijo. Y que le da lo mismo, soltarlas delante de los gerifaltes del Ministerio que de los apoltronados del deporte.

Sin duda alguna que el objetivo “iluminado”, con el cual ya le ha definido uno de los generales que participan en la “I Guerra Mundial Federativa”, le viene que ni pintado. Porque no ha traicionado a los suyos, a pesar de los muchos cantos de sirena que ha escuchado y escucha todos los días. Porque cree que se puede cambiar lo que pasa con nuestra perdiz y porque confía en sus compañeros cazadores que se han sumado a la campaña de recogida de firmas con una respuesta inusitada para un colectivo como el nuestro, acostumbrado siempre a esperar sentados a que alguien les solucione sus problemas.

Ahora Marcos Pedregal no está solo, porque tiene a los cazadores detrás, como nunca pasó en este país. Ellos también son “iluminados” y hacen falta para cambiar la caza en este país. Eso les convierte en una poderosa secta herética que puede hacer tambalear los pilares podridos que sustentan la caza en España.

Nos hace falta muchos más iluminados para cambiar esto.

Antonio Mota – Secretario de UNAC

Durante los últimos días se han celebrado los cuatro Comités Provinciales de Caza en Galicia y todos ellos han comenzado con un mismo mensaje. Siguiendo «órdenes de arriba», los representantes provinciales del deporte han pedido que se incluya en las cuatro actas de los Comités su profunda indignación por la supuesta filtración de la propuesta de fechas que la Administración pondría sobre la mesa de dichos Comités y su publicación en una página web. Ni más, ni menos.


Si lo sucedido es motivo de indignación, entonces ¿qué calificativo merece lo que ha pasado durante la elaboración de la nueva Ley de Caza de Galicia?, donde los de siempre se han cocinado solitos un refrito y nos los han presentado como un moderno plato de tendencia.

Lo acontecido este año tiene una simple explicación y es que, junto a la convocatoria enviada a los miembros del Comité de Caza de A Coruña, se acompañó la propuesta de fechas para la temporada 2014/15. UNITEGA lo publicó en su web, facebook y twitter y pidió opinión a todos los cazadores. Pedimos perdón públicamente por informar a los cazadores. Sin duda que lo volveremos a hacer más veces.

Esta convocatoria, con las fecha filtradas, también le llegó al representante de los que cazan deportivamente en esa provincia, por lo que no se entiende la indignación de sus vecinos deportistas de las otras tres provincias y mucho menos, que él mismo lea también el párrafo conjunto de queja, al comienzo de su propio Comité en A Coruña. Menudo esperpento.

¿Pero es que piensan que los cazadores somos tontos o es que realmente están convencidos de que los somos? Si había algo que proponer que se incluyera en las actas de los comités, es el agradecimiento por lo que hizo el Servicio de Conservación de Naturaleza de A Coruña y una petición de que, en lo sucesivo, se haga lo mismo en las otras tres provincias de Galicia.

Gracias a la indiscreción cometida hemos podido conocer la propuesta con una semana de antelación y, gracias a Internet y las redes sociales, los cazadores han podido opinar y proponer. ¿Qué tiene eso de malo entonces?

Cuando nos sentamos en la mesa de un Comité es fácil olvidar que lo hacemos representando a muchos cazadores y sus opiniones, y a menudo pensamos más en las consecuencias que tiene lo que estamos debatiendo en el Tecor en que cazamos. Por eso es conveniente llevar un papel y ponerlo encima de la mesa, a la vista, con un texto que diga: «no olvides que hablas por nosotros».

Explotaciones cinegéticas comerciales

Y si las actas de los cuatro comités se abren con indignación, lo normal es que se cierren también con ella, y de nuevo, no nos han defraudado. Después de meses y meses, por fin, hemos conseguido que UNITEGA no sea la única Entidad que proteste contra el modelo de explotaciones cinegéticas comerciales que se quiere implantar en Galicia, debido al enorme peligro que suponen para la integridad territorial de los Tecores de Galicia. ¡Bienvenidos al Club!

Ha sido necesario que uno de los cuatro presidentes provinciales sufra en sus carnes la mordida de los dientes de una explotación cinegética comercial para que levante su voz y pida al resto que avisen al rebaño de que viene el lobo.

¿Pero en qué manos estamos?

¡Cuánto te echamos de menos, Cortón!


Los Cazadores de UNITEGA

 

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