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Los habitantes del rural gallego cuentan que cada vez es más fácil ver un lobo donde viven. Que se los encuentran a cualquier hora del día y que no son los animales asustadizos que recuerdan de cuando eran niños y al que muchos se enfrentaron, vara en mano, para defender las vacas de sus familias.
También dicen que son lobos “raros”, que no son como los de antes y que por su aspecto y la forma en que se comportan, más bien parecen “lobos mixtos”. Curiosa definición de un lobo por parte de unas personas que conocen a éste animal.

Los de aldea no se explican de donde salieron los lobos, pero rápidamente te explican que alguien les contó a su vez, que un amigo vio un día como salía una manada de lobos de una furgoneta y que después volvía de vez en cuando para dejar carne en aquel sitio. Con toda seguridad que se trataba de un cebadero para capturar lobos y ponerles collares con GPS, pero como la Xunta de Galicia no quiere dar información de estas cosas, pues la leyenda urbana seguirá creciendo hasta que explote.

Esa es la versión de la situación del lobo que hay en el rural de Galicia y que poco tiene que ver con la que cuentan los urbanitas verdes que se preocupan con ahínco de que el lobo se convierta en un animal intocable del que casi no podamos ni hablar el resto de los mortales.

La estrategia de los urbanitas estás muy clara y saben como utilizar todos los medios a su alcance para defenderla a muerte. Se conocen de memoria todas las respuestas a las preguntas difíciles que les pueda plantear un periodista que trate de informar sobre el lobo. No se cansan de repetir una y otra vez que las poblaciones del lobo no están creciendo, que el que diga que hay lobos híbridos es un completo ignorante y que los daños que hacen los tiene que pagar la Administración rápidamente, porque en el fondo, si se hace la cuenta de la vieja, y se divide el coste de esos daños entre todos los gallegos, casi no tocamos a nada.

¿Y que dicen los ganaderos? Pues que les indemnicen, bien y rápido, porque es lo que gritan a los cuatro vientos los urbanitas. No tienen posibilidad de plantear otro discurso porque de hacerlo corren el riesgo de perder esas indemnizaciones económicas que pelean con más entusiasmo los urbanitas que ellos mismos. Han pasado a ser unos convidados de piedra en todo este asunto y parece que están muy cómodos con el papel que les han dado en esta obra de teatro.

Y con este panorama, no podemos faltar en la conversación los cazadores, que somos conscientes de que esto se está empezando a irse de las manos, que estamos viendo como las poblaciones de ungulados sufren una presión del cánido que empieza a preocupar en muchos sitios, y que para más INRI, ahora nuestros perros se han convertido en presas del lobo durante la celebración de los ganchos.

¿Pero cual debe ser el discurso de los cazadores ante esta situación? Desde siempre hemos mantenido la opinión de que hay que controlar esas poblaciones de lobo para que no se conviertan en un problema y nos hemos ofrecido a colaborar en ese control. También hemos planteado el aprovechamiento de esos individuos a extraer, con la justificación del retorno económico que puede llevar a los habitantes del rural.

Como no podía ser de otra manera, si echamos mano del manual del perfecto urbanita verde, la réplica a la propuesta de los cazadores está perfectamente redactada y justificada, por lo que hasta el menos convencido de ellos te responde que da más dinero el turismo que se podría general “enseñando” el lobo, que cazándolo y que solo pretendemos caza y cazar.

La Administración mira desde lo alto de su minarete de marfil y cada vez que da un paso, se lo piensa tres veces, puesto que tiene un miedo escénico a los urbanitas verdes que impide que actúe con lógica, lo que la lleva a entrar en este juego paranoico que, por lo general, termina en una cosa que se llama “Plan del Lobo”. Un documento estupendamente redactado y razonado que solo tiene un defecto, y es que solo sirve para justificar aun más los planteamientos de los urbanitas verdes.

Llegados a este punto sin retorno, quizás deberíamos plantearnos nuestro papel en esta locura que no tiene ni pies ni cabeza. ¿Qué pasaría si dejamos de hablar de caza del lobo? Puede que debiéramos plantearnos seriamente convertirnos en “ganaderos cinegéticos” que utilicen al urbanita verde para que le solucione la papeletea.

¿Por qué no podemos pedir nosotros indemnizaciones? ¿Qué justificación tendrán entonces los urbanitas verdes? Parece que su manual no contiene instrucciones para responder a la petición de indemnizaciones a los dueños de los perros que son comidos por el lobo, no solo los de los cazadores, sino de todos los que andan por el campo. Porque los urbanitas verdes también gustan de pasear con sus perros sueltos por el campo, eso si, perfectamente castrados, que es una de sus obsesiones compulsivas y que también tiene un capítulo extenso en su manual.

Es mismo manual tampoco contiene instrucciones precisas para contestar a una hipotética petición de compensación de la pérdida de renta cinegética, por lo que podríamos plantearnos seriamente exigir descuentos de las tasas que pagamos a la Xunta de Galicia por las matrículas de nuestros Tecores.

Una posibilidad fácil de aplicar sería coger el “Plan del Lobo” y la zonificación que aparecen en él, pero que solo se basa en los daños a la ganadería, para pedir descuentos del 75% de las tasas de los Tecores en la Zona 1, del 50% en la Zona 2 y del 25% en la Zona 3. ¿Por qué no lo podemos pedir? Si sumamos esa indemnización económica a la que ya obtienen los ganaderos y lo dividimos entre todos los gallegos, poca diferencia habrá con lo que se paga ahora.

Lo que está claro es que no podemos seguir jugando a un juego en el que los urbanitas verdes lo hacen con las cartas marcadas para conseguir ganar siempre, porque su único objetivo es que no se cace absolutamente nada en Galicia.

Resulta curioso ver como su doctrina no se aplica en casos tan curiosos como el del visón americano, que aunque parezca raro es una especie cinegética en Galicia. Deberíamos plantearnos muy seriamente los cazadores, revisar esa lista de especies cinegéticas que nos endosaron en su día y pedir que se saque de ella especies como el visón americano o las gaviotas, y que no tienen nada de cinegéticas, para que los urbanitas verdes puedan pedir proyectos LIFE a la Unión Europea con los que financiar su afición ecológica y seguir construyendo la naturaleza a su medida.


Los cazadores de UNITEGA

Durante los últimos días se han celebrado los cuatro Comités Provinciales de Caza en Galicia y todos ellos han comenzado con un mismo mensaje. Siguiendo «órdenes de arriba», los representantes provinciales del deporte han pedido que se incluya en las cuatro actas de los Comités su profunda indignación por la supuesta filtración de la propuesta de fechas que la Administración pondría sobre la mesa de dichos Comités y su publicación en una página web. Ni más, ni menos.


Si lo sucedido es motivo de indignación, entonces ¿qué calificativo merece lo que ha pasado durante la elaboración de la nueva Ley de Caza de Galicia?, donde los de siempre se han cocinado solitos un refrito y nos los han presentado como un moderno plato de tendencia.

Lo acontecido este año tiene una simple explicación y es que, junto a la convocatoria enviada a los miembros del Comité de Caza de A Coruña, se acompañó la propuesta de fechas para la temporada 2014/15. UNITEGA lo publicó en su web, facebook y twitter y pidió opinión a todos los cazadores. Pedimos perdón públicamente por informar a los cazadores. Sin duda que lo volveremos a hacer más veces.

Esta convocatoria, con las fecha filtradas, también le llegó al representante de los que cazan deportivamente en esa provincia, por lo que no se entiende la indignación de sus vecinos deportistas de las otras tres provincias y mucho menos, que él mismo lea también el párrafo conjunto de queja, al comienzo de su propio Comité en A Coruña. Menudo esperpento.

¿Pero es que piensan que los cazadores somos tontos o es que realmente están convencidos de que los somos? Si había algo que proponer que se incluyera en las actas de los comités, es el agradecimiento por lo que hizo el Servicio de Conservación de Naturaleza de A Coruña y una petición de que, en lo sucesivo, se haga lo mismo en las otras tres provincias de Galicia.

Gracias a la indiscreción cometida hemos podido conocer la propuesta con una semana de antelación y, gracias a Internet y las redes sociales, los cazadores han podido opinar y proponer. ¿Qué tiene eso de malo entonces?

Cuando nos sentamos en la mesa de un Comité es fácil olvidar que lo hacemos representando a muchos cazadores y sus opiniones, y a menudo pensamos más en las consecuencias que tiene lo que estamos debatiendo en el Tecor en que cazamos. Por eso es conveniente llevar un papel y ponerlo encima de la mesa, a la vista, con un texto que diga: «no olvides que hablas por nosotros».

Explotaciones cinegéticas comerciales

Y si las actas de los cuatro comités se abren con indignación, lo normal es que se cierren también con ella, y de nuevo, no nos han defraudado. Después de meses y meses, por fin, hemos conseguido que UNITEGA no sea la única Entidad que proteste contra el modelo de explotaciones cinegéticas comerciales que se quiere implantar en Galicia, debido al enorme peligro que suponen para la integridad territorial de los Tecores de Galicia. ¡Bienvenidos al Club!

Ha sido necesario que uno de los cuatro presidentes provinciales sufra en sus carnes la mordida de los dientes de una explotación cinegética comercial para que levante su voz y pida al resto que avisen al rebaño de que viene el lobo.

¿Pero en qué manos estamos?

¡Cuánto te echamos de menos, Cortón!


Los Cazadores de UNITEGA


Los Cazadores de UNITEGA



La gestión de la caza en España es una “competencia” de las Comunidades Autónomas, pero la responsabilidad en la conservación de las especies de nuestro Patrimonio Natural, incluidas las cinegéticas, corresponde al Estado.

En Galicia, “la caza” la gestiona en la actualidad la Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Infraestruturas, pero antes la gestionó la Consellería do Medio Rural, y antes de ésta lo hizo otra; y podríamos seguir haciendo memoria hasta el día que se creó la Comunidad Autónoma de Galicia, para lo que nos harían falta los dedos de las dos manos para llevar la cuenta de los saltos que hemos ido dando de un despacho a otro.

Este movido baile de Consellerías en tan pocos años es la mejor demostración de que la caza es una actividad a la que la Administración no acaba de encontrar un nicho en el que colocarla de una forma permanente y sólida. En el resto de CCAA seguramente pasa lo mismo que en Galicia, por lo que no debe ser un problema exclusivamente nuestro.

Será por ese motivo, o tal vez por otros diferentes, que la gestión de la caza en Galicia siempre fue: “de aquella manera”, como se dice por estas tierras, y mucho nos tememos que en el futuro seguirá por derroteros similares si no nos ponemos las pilas.


Sería muy fácil focalizar los males de la caza en los funcionarios que trabajan en la Xunta de Galicia, desde el propio Conselleiro, pasando por el Director Xeral, los Jefes de Servicio y los últimos curritos que se dedican al papeleo y las cartas que llegan a los Tecores, pero mucho nos tememos que después de tanto tiempo no podemos elegir ese camino, puesto que diferentes colores han ocupado las poltronas del poder y la caza poco lo ha notado, ya sea para bien o para mal.

Y para muestra un botón, ya que hace siete meses andábamos todo alborotados por las prisas que había en sacar una nueva Ley de Caza y resulta que llegan las vacaciones y nadie sabe nada del retoño. Quizás solo fue un “embarazo psicológico” que se quedó en nada, lo cual sería de agradecer, puesto que pretender sacar una ley sin el consenso previo de todos los cazadores es, en éstos tiempos que corren, una temeridad. En este caso, solo cabe aplaudir al político que ha tomado la decisión, a nuestro entender correcta, de “enfriar el asunto”.

Pero por estas fechas lo que suena es la “canción del verano”, es decir, los daños del jabalí. Raro es que no empecemos el día con una noticia en los periódicos en la que se habla de que el “cochino jabalí” hizo de las suyas en tal o cual parroquia, con un comentario del afectado y la perorata política del sindicalista agrario de turno, pidiendo “fuego y sangre” para el maligno porcino.

Los cazadores quedamos asustados cada vez que vemos en esas noticias “las cuentas que nos echan” para que entendamos el coste económico que supone para los gallegos tener un marrano salvaje pululando por nuestros montes y campos. Y para colmo, va nuestro Presidente y se espeta contra unos cuantos de estos peludos animales, en aparatoso accidente de tráfico. Menudos ingredientes para hacer el caldo. Condenado quedó el pobre bicho desde ese fatídico día.

Y los cazadores bajamos la cabeza, esperando que nos den un empujoncito antes de obligarnos a coger la “ferramenta” y dar gusto a unos y otros, tirando de gatillo y acabando con esta criatura diabólica lo antes posible. Todos al monte, aunque sea agosto o febrero, que tanto da. Este año nos quedamos sin playa, porque nos obligan a ir a la montaña.

¿Pero alguien se ha parado a pensar en que nos estamos convirtiendo los cazadores gallegos? ¿A caso no tenemos la sensación de que nos están obligando a hacer cosas que no están bien? Y decimos eso porque llevamos más de una década recibiendo “formación medio ambiental” para que dejemos de ser “cazadores recolectores” y nos convirtamos en conservadores del Patrimonio Natural Cinegético.

Y después del lavado de cerebro, nos encontramos ahora con la obligación de exterminar una especie, pagar por hacerlo y encima estarles agradecidos ¿pero en que cabeza entra lo que estamos haciendo? ¿Qué sentido tiene en estos tiempos explicar a los noveles cazadores los valores de la caza? ¿A caso ahora ya no importa que cacemos hembras preñadas y que cuando las pelemos nos encontremos en sus entrañas con un montón de “proyectos de jabalí” que nunca serán una realidad?

Señores, cojan el examen del cazador y tírenlo a la papelera, que para exterminar bichos lo que nos hace falta es el carné de aplicador de productos fitosanitarios, no la licencia de caza.

Dicen que “el que no llora, no mama”, y en esta historia están mamando todos sin que ni siquiera nos dejen llorar a los cazadores. Así que quizás sea el momento de empezar a llorar nosotros también, por la cuenta que le trae al cochino jabalí, a los cazadores gallegos y a los propios agricultores.

Para ponerse a llorar es la situación que vienen sufriendo muchos presidentes de Tecores, que una semana si y otra también, ven como tocan a su puerta para que pida esperas nocturnas, hasta el punto de que al echar cuentas, ven como se caza en sus Tecores más jabalíes fuera de temporada que de agosto a febrero.

Y también es para “berrar” sin parar cuando empiezan a sospechar que los malignos jabalíes que se cazan en las esperas, pasan a formar parte de un oscuro e incipiente comercio de carne de caza que incluso llega a traspasar las fronteras de nuestro país para dirigirse a la vecina Portugal. Este es solo un ejemplo de lo que, en realidad, está sucediendo con la caza del jabalí en Galicia.

Los navegantes ya tienen su aviso. Ahora que cada uno tire del hilo que tenga más próximo hasta que llegue a la madeja, porque si no lo hacen, tarde o temprano recibirán una andanada en la línea de flotación del barco que capitanean.

La solución a este problema no puede ser el exterminio de la especie, o su reconversión en plaga bíblica, como aboga algún que otro sindicalista agrario en los periódicos; ni mucho menos que nos conviertan en “cazadores obligados”. La solución no puede ser esa, porque es la que se está aplicando en estos tiempos y el resultado no puede ser más desalentador: Cada vez hay más daños, pero cada vez hay menos jabalíes.¿Qué está sucediendo entonces?

Ya va siendo la hora de que digamos las verdades del barquero: Que nos estamos quedando sin jabalíes, que nos están enfrentando a los agricultores y que tanto los políticos como los sindicalistas agrarios no están haciendo la cama de mala manera. Que esto no va por buen camino y que tenemos que empezar asumir que la realidad es otra y que debemos valorar de verdad cual es el alcance de la problemática de los daños de jabalí en los cultivos de Galicia.

Y otra reflexión en voz alta. Resulta cuanto menos curioso ver como, a pesar del constatado incremento que están viviendo las poblaciones de “teixugo” en Galicia, nadie hable de ellos, siendo como son causantes también de daños en los maizales. ¿Será que los políticos y sindicalistas agrarios también están cargando el mochuelo de los daños del tejón al cochino jabalí, sin que nos enteremos ni los cazadores ni los agricultores? ¿Qué solución darán al agricultor cuando se constate que el daño agrícola se ha producido por este ANIMAL NO CINEGETICO y no por el jabalí?

Esa solución, la que los políticos y sindicalistas agrarios tendrán que buscar para los daños producidos por el “teixugo” en los cultivos, la queremos los cazadores gallegos también para el jabalí. Así de simple. 

Los cazadores de UNITEGA

La problemática que generan los daños del jabalí en Galicia es una noticia que aparece en los medios de comunicación a diario. Las protestas de los agricultores, canalizadas a través de un sindicato agrario en concreto, son el reflejo de un problema social al que los cazadores no pueden ser ajenos. Es por eso que en los últimos años nuestro colectivo se ha preocupado de trasmitir a toda la sociedad aquello de que “los cazadores son una parte de la solución del problema” y que decía con acierto un exdirigente federativo, al que muchos de los suyos empezaron a echar de menos desde el mismo día en que dejó su sillón presidencial.

En febrero del año 2011 la Xunta elaboró el “Estudio de los daños producidos por el jabalí” y que incluía un Plano en el que se catalogaba a los municipios en varios niveles de incidencia, y en base a ellos, se marcaban estrategias de actuación, que básicamente, consistían en aplicar el procedimiento de respuesta rápida ante la aparición de los daños, mediante la simplificación de trámites y plazos para realizar ganchos en las zonas afectadas. UNITEGA criticó en su día la forma en que se elaboró dicho plano, así como que se hiciera sin tener en cuenta la opinión de los 405 Tecores de Galicia.


Dicho plan se puso en funcionamiento de forma inmediata y los cazadores gallegos pasaron de ir al campo a cazar por diversión a cazar por obligación, un importante matiz que algunos empezaron a pasar por alto con una ligereza preocupante. A nadie ajeno a al mundo de la caza le parecía importar entonces que metiéramos los perros en el monte con un sol de justicia y un matorral recio por la sequía, ni siquiera a aquellos que debido a su profesión, cuentan con formación en bienestar de los animales.

Y de los cazadores que cambiaron la playa para pasar a arrastrarse en pleno verano por el monte con gafas de sol, chalecos reflectantes y abundante crema solar, ¿que vamos a contar? pues a juicio de muchos se les estaba facilitando más días de caza y al margen de planes de aprovechamiento con sus engorrosos cupos ¿o no es eso lo que queremos todos los cazadores gallegos?. Los “precintos rojos” empezaron a quemar en las manos de la Administración, que se apresuraba a autorizar ganchos con una celeridad encomiable y que todos los cazadores desearíamos para otros trámites que sufrimos con una paciencia que no tenía ni el mismísimo Gandi.

Año 2011 ¿El comienzo del camino sin retorno?
En el año 2011 la caza social en Galicia dio un giro de 360 grados y se encauzó por un camino de dirección única que parece no tener vuelta atrás. Pero tras unos meses de euforia originada por la puesta en funcionamiento del famoso Plan, hemos pasado de nuevo a ver noticias todos los días que hablan de daños y más daños. Pero lo más grave de todos es el nuevo concepto que aparece en esas noticias y que no es otro que el de “plaga”.

Esta palabra tiene unas connotaciones que nunca pueden ser buenas, por lo que ya va siendo hora de que nos demos cuenta del lío en que estamos metidos. El colectivo de cazadores lleva recibiendo lecciones desde hace muchos años para volvernos “civilizados” y entender que nuestra actividad ancestral debe estar sujeta a los criterios de sostenibilidad y de conservación del medio natural. Pero tanta formación e información ha ido calándonos poco a poco hasta muy dentro, lo cual a estas alturas puede que resulte un serio problema para la sociedad que nos rodea y que empieza a pensar que “Bambi” ha crecido más de la cuenta y que cualquier día de éstos les puede armar un estropicio en el coche y fastidiarles las vacaciones.

Por fin nos hemos dado cuenta de que nuestros Tecores cuentan con planes de ordenación de recursos naturales (de las especies de caza), que hacemos mejoras sobre los hábitats naturales (siembras y desbroces) y que, de no ser porque la mayoría de las sociedades de cazadores son clubes deportivos y no asociaciones, podríamos ser la mayor “red de entidades de custodia” del territorio español, puesto que encajamos perfectamente en ese nuevo concepto de protección medioambiental. Cosa que, curiosamente, no les sucede a las asociaciones ecologistas, que están “sudando la gota gorda” para convencer a cualquier propietario de terrenos que se le ponga por delante para que les firme un acuerdo de custodia que les sirva para montarse un “cortijillo” en el que reinar con dinero preferentemente público; aunque ahora parece que han encontrado un filón en el “Banco de terras de Galicia” para crear su base territorial.

Estamos acostumbrados a que en las mesas de nuestros comités de caza se sienten un nutrido número de funcionarios que representan al mundo de la cultura, la ganadería, la agricultura, el deporte e incluso del turismo. Y que podemos decir de los representantes de las universidades y de los grupos ecologistas, cuya única preocupación es dar cada año una vuelta de tuerca más a las órdenes de vedas. ¿Dónde están ahora todos ellos? ¿Cuál es su opinión ante este nuevo reto de plantear que el jabalí sea considerado una plaga en Galicia? Ni están ni aparecerán, eso lo tenemos muy claro.

La situación que estamos viviendo es solo una consecuencia de una hoja de ruta equivocada que debemos rehacer de nuevo antes de que todo ésto se nos vaya de las manos, y más aún cuando tenemos delante el reto de elaborar una nueva Ley de Caza en Galicia que, como no podía ser de otra forma, ya busca otra solución distinta a este grave problema. ¿Y cual es esa solución? Pues crear un nuevo concepto con un título rimbombante: “Fondo de corresponsabilidad”.

Este nuevo “experimento con gaseosa” que vamos a sufrir todos los cazadores gallegos si no somos capaces de pararlo a tiempo, implicará el incremento de las licencias de caza que pagamos para cazar y, lo más grave de todo, seguir asumiendo durante los próximos años sobre nuestro hombros la responsabilidad de los daños que producen las especies cinegéticas sobre la agricultura. Curiosamente el problema de los accidentes de tráfico quedará fuera de este fondo de corresponsabilidad, a pesar de lo que algunos vendedores de humo están contando lo contrario a los Presidentes de los Tecores de Galicia. Porque lo que está sucediendo en este preciso momento con las reclamaciones para que se califique como plaga al jabalí, es solo un aviso de lo que pasará trascurridos unos años desde que se ponga en marcha el “fondo de corresponsabilidad”. ¿O es que estamos tan ciegos, que no lo vemos venir?

Pagar más por cazar, pero cazando por obligación

A partir del año 2012 la caza en Galicia no solo será una obligación sino que además deberemos pagar más por cazar ¿Alguien lo puede entender? La caza social tiene sus días contados y así lo estamos constando día tras día. Nuestras Sociedades de Cazadores ven como no hay relevo generacional, como la crisis está provocando numerosas bajas entre los cazadores que tienen otras prioridades a la hora de planificar lo que hacen con sus mermados sueldos y subsidios, cuando los hay. Las pólizas de los seguros no paran de subir, los trámites administrativos se complican día tras día, los microchips, los pasaportes de los perros y ahora lo que nos faltaba: Cazar porque te obligan a ello.

La gestión de las poblaciones de jabalí en Galicia es un reto tan importante como lo puede ser la gestión de la más importante de las especies protegidas, por lo que no se entiende que la Administración se quiera quitar este muerto de encima y que algunos sindicalistas agrarios sensacionalistas nos quieran utilizar como matarifes de la forma que lo están haciendo. Es el momento de sentarse en una mesa, con expertos de verdad en la gestión de la fauna silvestre, para desarrollar un plan de verdad (y no un ridículo powerpoint) que contemple un conjunto de medias conexas entre sí que pueda dar respuesta a esta problemática. El guante está lanzado, porque es la única alternativa para que la caza social en Galicia, tal y como la conocemos, perdure en el tiempo.



Los cazadores de Unitega


La aparición del nuevo borrador para la modificación de la Ley del Deporte de Galicia supone, una vez más, la apertura de una época de turbulencias para las sociedades deportivas de caza. Turbulencias provocadas por la dificultad de encajar una actividad ancestral y recreativa, como dice la Comisión europea, como la caza, al maravilloso mundo de la competición, y la práctica deportiva tan alejada de la realidad de la caza social gallega. Sencillamente porque la Ley del Deporte no esta hecha para la Caza, y su mundo.
Son muchos los cazadores y colectivos que defienden la total desvinculación de la caza del mundo del deporte, respetando la realización de competiciones por parte de aquellos cazadores que quieran desarrollar esa faceta exclusivamente deportiva como un complemento de la caza ancestral y recreativa. Pero lo que carece de lógica alguna es que se pase al extremo de pretender quitar la identidad natural de la caza y convertirla al cien por cien en una actividad deportiva para pasar después a incluirla dentro de la legislación del medio ambiente, de los aprovechamientos de los montes o de la protección de la naturaleza; lugares todos ellos donde encaja como un guante el mundo de la caza social de Galicia sin mayores problemas, porque en realidad forma parte de todos ellos. ¿Pero alguien se ha preguntado el alcance real que tiene para la caza y los cazadores su inclusión total en el mundo del deporte? 

No tenemos más que comenzar a leer el preámbulo del borrador de la nueva Ley del Deporte de Galicia para entender que la legislación de rango superior a ésta ya contempla una serie de aspectos cuanto menos inquietantes para los cazadores que se creen totalmente deportistas, y así podemos comprobar que en el Artículo 148 de la Constitución Española se recogen las competencias delegables a las Comunidades Autónomas y dentro de las cuales la caza figura en el apartado 11, mientras que en el apartado 19 lo hace el deporte. Otro tanto sucede en la asunción de las citadas competencias en el Estatuto de Autonomía de Galiciadonde las competencias en materia de caza se asumen en el artículo 27.15,  mientras que las competencias del deporte se recogen en el artículo 27.22.

Pero a medida que uno va profundizando en el texto del borrador de la nueva Ley del Deporte de Galicia, empieza a tener la sensación de que no va a ser nada fácil acomodar en su seno el mundo de la caza social de Galicia. Si partimos de la base de que el 90% de los socios de un Tecor no suelen competir ni tienen intención de hacerlo en la vida, ¿tiene sentido incluir a todos ellos dentro de la Ley del Deporte? ¿No resultará más fácil y sensato desarrollar una sección deportiva dentro de las Sociedades de Cazadores que den cabida a ese 10% de cazadores deportistas?

Empezando con el análisis pormenorizado del citado borrador, encontramos que en el Artículo 10 se aclara la distinción entre una "actividad deportiva" y una "actividad física":

Artículo 10. Actividad deportiva y actividad física.
1. A los  efectos de la presente Ley, se entenderá por actividad deportiva el ejercicio físico reglado cuyo principal objetivo sea la consecución de un resultado deportivo en competiciones  desarrolladas en el ámbito federativo o en las competiciones reconocidas por la Administración deportiva autonómica. Se distinguirá entre la modalidad deportiva y especialidad deportiva en función de las características, organización y práctica de cada actividad, así como de su organización federativa.
2. Se entenderá por actividad física el ejercicio físico desarrollado con una técnica deportiva, cuyo principal objetivo es la mejora de la condición física y/o la ocupación activa del tiempo libre.

Mientras que la vigente Ley de Caza de Galicia define la acción de cazar de forma bien distinta:

Artículo 2. Acción de cazar.
Se considera acción de cazar la actividad ejercida por las personas, mediante el uso de armas, artes u otros medios autorizados, para buscar, atraer, perseguir o acosar a los animales que se declaren como piezas de caza, a fin de cobrarlos, apropiarse de ellos o facilitar su captura por un tercero.

Pero veamos a continuación lo que dice el borrador en referencia a las entidades deportivas, dentro de las cuales estarán las sociedades deportivas de caza que hubieran decidido en su día crearse al amparo de las Leyes del Deporte:

CAPÍTULO II
Entidades deportivas
Sección 1.ª Disposiciones comunes
Artículo 40. Concepto.
1. Son entidades deportivas las constituidas, conforme a sus disposiciones especificas, por personas físicas o jurídicas, con responsabilidad jurídica propia y capacidad de obrar, con domicilio en la Comunidad Autónoma de Galicia, que tengan por objeto primordial el fomento, el desarrollo y la práctica  continuada de una o varias modalidades deportivas, así como la participación en actividades y competiciones deportivas cualquiera que sea su nivel o destinatario.

Se han preguntado ustedes alguna vez, por ejemplo ¿si un rececho, un aguardo, un gancho o una montería son una modalidad deportiva? ¿Cabe en la cabeza de cualquier cazador gallego la posibilidad de que alguien organice un campeonato de estas modalidades de caza?

En lo que se refiere a la cuestión económica, también resulta chocante que la mayoría de los gastos comunes de una Sociedad de caza estén dedicados a la gestión de la caza (de la conservación de especies silvestres, mejora de hábitats, vigilancia, control de depredadores, etc.), mientras que en sus fines estatutarios figure el fomento de la realización de campeonatos como "fin esencial", tal y como se puede ver en el Artículo 44 del borrador:

Artículo 44. Destino de los recursos económicos y reglas económicas esenciales.
1. Las entidades deportivas de Galicia tienen como función esencial la práctica deportiva. De acuerdo con lo anterior aplicarán sus recursos al cumplimiento de sus fines estatutarios, de acuerdo con lo establecido en sus estatutos y, esencialmente, al fomento de las manifestaciones de carácter físico-deportivo y a la organización de actividades o competiciones deportivas dirigidas al público en general.

En la práctica, ¿Cuantas de estas sociedades deportivas (clubes deportivos de caza) han organizado o desarrollado competiciones en sus terrenos cinegéticos desde que se crearon?

La realidad es que la actividad que desarrollan esas Sociedades de Cazadores  para la gestión de sus Tecores Societarios de Caza se planifican quinquenalmente conforme a un documento técnico de ordenación de los recursos naturales (Plan de Ordenación Cinegética) y se desarrolla cada temporada de caza mediante un Plan Anual de Aprovechamiento Cinegético (Cupos de capturas, mejoras a realizar, etc...) y no conforme a un calendario de competiciones.

Si pagamos a medio ambiente y nos regula medio ambiente, no tiene ningún sentido pertenecer a deportes.

Pero más curioso resulta aún, ver como la propia Ley de Caza de Galicia regula la figura de "los terrenos cinegético-deportivos" en su Artículo 20, de la siguiente manera siguiente: 

Artículo 20.   Terrenos cinegético-deportivos (LCG)

1. Tendrán la condición de terrenos cinegético deportivos aquellas áreas del territorio en que pueda practicarse la caza de conformidad con la legislación específica que regule las prácticas deportivas.

2. Las sociedades, asociaciones o federaciones de cazadores constituidas al amparo de la legislación del deporte podrán solicitar la declaración de terreno cinegético-deportivo, para practicar en el mismo la caza con un exclusivo carácter deportivo, exento de cualquier ánimo de lucro. En ningún caso la actividad o sus resultados podrán ser objeto de venta o comercialización.

¿Cuantos "terrenos cinegéticos deportivos" existen en Galicia? Probablemente ninguno, ¿Cuál es el motivo de que ninguna Sociedad de Cazadores optara por ésta figura para practicar la caza? En realidad, y partiendo de que asumiéramos al ciento por ciento que la caza y todo lo que tiene que ver con ellas es puro deporte ¿Tiene sentido que existan los Tecores, o todos ellos deberían transformarse de oficio en "terrenos cinegético-deportivos"?

Puede resultar curioso que si pretendemos poner en los estatutos de club "defender el medio ambiente" por ejemplo, le digan a esa sociedad desde el registro deportivo que esa defensa no es una modalidad deportiva y que por lo tanto no se te puede registrar en deportes; obligándola a modificar ese apartado. Sin embargo la Ley de Caza de Galicia tiene como finalidad:

Artículo 1. Objeto de la Ley.
La presente Ley tiene por objeto regular el ejercicio de la caza en la Comunidad Autónoma de Galicia, así como el fomento, protección, conservación y ordenado aprovechamiento de las especies cinegéticas.
El fomento, protección, conservación y ordenado aprovechamiento de las especies cinegéticas, no se puede realizar jamás desde las modalidades deportivas de un club. Porque la finalidad de un club es la acción de las especialidades deportivas, la acción deportiva de cazar. No como las sociedades de cazadores que son la defensa de la caza, medio ambiente, los cazadores y la gestión del territorio, entre otras, cuando son registradas por el registro general de asociaciones.

En lo que se refiere a los espacios físicos donde se practica la caza (Tecores),  también existen aspectos difíciles de asumir del borrador de la Ley del Deporte de Galicia:

Articulo 74. Definición de instalación deportiva.

1. Se considera instalación deportiva convencional cualquier espacio abierto o cerrado, infraestructura o inmueble proyectado o adaptado específicamente para la práctica del deporte, que esté dotado de las condiciones aptas para el ejercicio  de cualquiera de sus modalidades o especialidades.

2. Se consideran espacios deportivos no convencionales aquellos en que se desarrollen actividades deportivas y que se adaptan a las características del entorno, natural o urbano.

3. A efectos de la presente ley, las instalaciones deportivas se clasificarán en instalaciones de uso público y privado. Tienen la consideración de instalación de uso público aquellas abiertas al público en general, con independencia de su titularidad o de la exigencia de contraprestación por su utilización.

Es conocido por todos la lucha que por parte del mundo del deporte se esta planteando contra el dopaje, por lo que las leyes que lo regulan cada vez son más restrictivas en ese sentido. Si la caza entra a formar parte en su totalidad del deporte, por lógica, también está obligada a asumir esa lucha contra el mundo del dopaje, por lo que debemos leer con atención lo que el borrador dice al respecto para hacernos una idea de lo que deberán hacer los cazadores con licencia federativa.

Artículo 128. De la obligación de someterse a controles de dopaje.

1. Todos/as los/as deportistas con licencia autonómica para participar en una competición oficial tendrán la obligación de someterse, en competición y fuera de competición, a los controles que determine la Comisión Gallega de Prevención y Represión del Dopaje.

2. Los controles fuera de competición podrán realizarse por sorpresa o luego de citación. En el primer supuesto, la obligación a que se refiere el artículo alcanza al sometimiento a ellos y, en el segundo,  a la obligación de comparecer y al sometimiento a los mismos.

Con respecto a la organización de campeonatos y competiciones en los Tecores, el borrador dice lo siguiente:

Artículo 113. Infracciones muy graves.

b) La introducción en las instalaciones en que se realicen competiciones o actividades deportivas de toda clase de substancias estupefacientes o psicotrópicas, o de bebidas alcohólicas, así como de cualquier otra sustancia prohibida por ley.
….
i) El incumplimiento de la propia normativa en relación con la admisión y práctica de la actividad deportiva cuando dicho incumplimiento responda a criterios discriminatorios por razón de sexo, religión, raza o cualquier otro que afecte al régimen de acceso igual a la actividad deportiva.

A la vista de lo que dice el apartado i) del Artículo 13, una buena parte de los Estatutos de los Clubes de Cazadores deberán ser revisados en el futuro, puesto que la admisión de socios se viene siguiendo unos criterios que limitan el acceso de los mismos a la Entidad (ser propietario de terrenos, ser vecino de aldeas del Tecor, etc...)

En este breve análisis se ha podido comprobar que resulta muy difícil asumir por parte de los cazadores y de las Sociedades en las que están agrupados, la mayoría de los planteamientos del borrador de la nueva Ley del Deporte de Galicia y eso debe servir para que todos reflexionemos si cada vez que decimos con ligereza "que la caza es un deporte" o justificamos nuestra afición ante la sociedad diciendo que "los cazadores somos practicantes de un deporte", estamos haciendo lo correcto o nos estamos metiendo en un callejón sin salida, sin necesidad de ello, cando la realidad es que la caza es un elemento de conservación desde tiempos inmemorables.


Si la caza social en Galicia ya cuenta con sus propias Leyes de Caza, cada cazador puede cazar pagando una licencia de caza, y las Sociedades de Cazadores pueden desarrollar su actividad dentro de la Legislación de Asociaciones o crearla dentro de la Ley de Caza a su imagen y semejanza ¿Qué necesidad tenemos entonces de meternos en este mundo del deporte, que no está hecho para nosotros, los cazadores?¿no sería más importante ( y bueno para la Caza exigir lo que los cazadores y sus sociedades se merecen, su propio mundo y su propia organización?


Los cazadores de UNITEGA

A día de hoy nuestras especies silvestres sufren de la actividad de un nuevo tipo de depredación, es lo que podríamos denominar los “otros predadores”. Muchos se preguntarán a que estamos haciendo referencia y sin embargo, es algo tan común en nuestros campos que en algunas zonas parece incluso formar parte del medio ambiente, estamos hablando de los perros y gatos que circulan libremente por ellos.
En algunos lugares los daños que causan sobre la fauna salvaje estos animales domésticos, circulando sin control, es de tal magnitud que supera con creces la actividad predadora de las especies salvajes. Son muchas las especies,  incluso protegidas o en peligro de extinción, las que se ven afectadas directa o indirectamente por la presencia de los mismos. Directamente por los animales que son predados, como por ejemplo ciertas especies de lagartos o pájaros e indirectamente, por ejemplo, con la gran cantidad de enfermedades que pueden ser transmitidas a través de los mismos.

También es importante tener en cuenta la dimensión que alcanza este problema en algunas zonas próximas a los núcleos rurales de población. Si partimos del supuesto de que cada casa en los pueblos suele tener por ejemplo un gato, y lo habitual es que circule libremente por el campo, podemos tener en algunas zonas unas cantidades que superan con creces la presencia de cualquier predador oportunista como puede ser el zorro, aún viéndose este favorecido por ciertas actividades humanas.

La presencia de animales de compañía cazando en la naturaleza responde normalmente a dos situaciones  distintas, o bien, la dejadez de sus propietarios desatendiendo sus obligaciones de custodia conforme a la legalidad vigente o porque son abandonados.

Los propietarios de perros y gatos conforme a la normativa vigente se ven sometidos a una serie de limitaciones a la hora de circular por el campo, algunas de las cuales recogemos a continuación:

Decreto 153/1998, de 2 de abril, por el que se aprueba el reglamento que desarrolla la Ley 1/1993, de 13 de abril, de protección de los animales domésticos y salvajes en cautividad.

“Artículo 28º


El poseedor de un animal, sin perjuicio de la responsabilidad civil subsidiaria del propietario, será responsable de los daños, perjuicios y molestias que ocasione a las personas, animales, cosas, espacios públicos o al medio natural en general, de acuerdo con lo establecido en el artículo 1905 del Código Civil.”
Código Civil.
“Artículo 1905.
El poseedor de un animal, o el que se sirve de él, es responsable de los perjuicios que causare, aunque se le escape o extravíe. Sólo cesará esta responsabilidad en el caso de que el daño proviniera de fuerza mayor o de culpa del que lo hubiese sufrido.”


LEY 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad.

“Artículo 52. Garantía de conservación de especies autóctonas silvestres.

3. Queda prohibido dar muerte dañar, molestar o inquietar intencionadamente a los animales silvestres, sea cual fuere el método empleado o la fase de su ciclo biológico. Esta prohibición incluye su retención y captura en vivo, la destrucción, daño, recolección y retención de sus nidos, de sus crías o de sus huevos, estos últimos aun estando vacíos, así como la posesión, transporte, tráfico y comercio de ejemplares vivos o muertos o de sus restos, incluyendo el comercio exterior.

Para los animales no comprendidos en alguna de las categorías definidas en los artículos 53 y 55, estas prohibiciones no se aplicarán en los supuestos con regulación específica, en especial en la legislación de montes, caza, agricultura, pesca continental y pesca marítima.”

En lo referente a los animales abandonados o asilvestrados que vagan sin control por en el medio ambiente comenzaremos por hacer referencia (para distinguirlos del caso anterior) a lo que dice la legislación:

Ley 1/1993 de 13 Abril de protección de animales domésticos

“CAPITULO PRIMERO

Definiciones

3. Animal abandonado: El que circula libremente aunque esté provisto de la correspondiente identificación, sea por placa o tatuaje, si en el plazo de veinte días a partir de su captura no es reclamado por nadie que acredite su relación posesoria.

Muchos perros y gatos abandonados o extraviados, si logran sobrevivir a las nuevas condiciones llegan a adquirir un comportamiento similar al de algunos animales salvajes, por lo que acaban desarrollando conductas predatorias e incluso, en el caso de los perros llegan a constituir sus propias manadas para poder subsistir o cazar. También son muchos los animales que llegar a rehusar la presencia humana (pero no su proximidad para alimentarse) por lo que su captura puede constituir un auténtico problema, ya que según la legislación vigente se precisa pasar veinte días después de ser capturado para tener la consideración de abandonado.”

En lo referente a la captura la Ley 1/1993 de 13 Abril de protección de animales domésticos

En el capitulo CAPÍTULO V artículo 11 establece:

“Art. 11. De la recogida.
Los Ayuntamientos recogerán a los animales abandonados y los retendrán hasta que sean reclamados, acogidos o sacrificados.”

“Art. 12. Del servicio de recogida.

Para el cumplimiento de lo dispuesto en el artículo anterior las administraciones locales podrán concertar convenios de cooperación o colaboración con la Consejería de Agricultura, Ganadería y Montes, con asociaciones de protección y defensa de los animales o con otras entidades autorizadas para este fin.”

Además en el DECRETO 254/2000, de 24 de julio, por el se establecen los métodos de eutanasia para los animales de compañía que se tienen que sacrificar.

Artículo 3


Apartados:
3.4 - Ante la posibilidad de producirse riesgos de daños a las personas, a los bienes o al medio natural en general, y siempre y cuando los métodos de inmovilización a distancia no sean posibles, se podrá autorizar el uso del tiro como método de sacrificio.


3.5 - Quedan prohibidas las batidas de animales de compañía asilvestrados cuando no se hayan ensayado otros procedimientos no violentos por resolver la situación.”

Después del repaso legislativo que acabamos de hacer, lo que a todas luces no es normal ni legal ni ético, es permitir que los perros y gatos vaguen sin control amenazando la conservación de nuestro patrimonio natural. Pero no sólo eso, sinó que además acaban causando toda una serie de problemas de diversa índole como pueden ser los accidentes de circulación, en lo que lo se ve amenazado es la integridad de las personas.

Tampoco es de recibo que sistemáticamente a los cazadores por la actividad que ejercemos se nos controlen nuestros perros, se nos pidan las cartillas y se nos revisen los microchips, mientras que a los perros y gatos de nuestros vecinos circulan libremente sin que las autoridades actúen. A los que no son cazadores, cuando pasean por el campo no les piden por lo normal nada de nada por sistema, ¡como a nosotros!.

En nuestros Tecores la presencia de perros y gatos asilvestrados o vagando sin control es una constante que causa un gran impacto sobre las repoblaciones de especies cinegéticas, sobre nuestros recursos cinegéticos y sobre la fauna salvaje en general, siendo este patrimonio de todos.

La mayor dificultad estriba en la captura de los perros y los gatos que vagan sin control causando daños o molestias. El responsable de su recogida, custodia y transporte una vez el animal es capturado, es el ayuntamiento del lugar o la entidad colaboradora que este tenga designado al efecto, conforme a la legalidad vigente.
Por ello nuestras asociaciones ante la imposibilidad material que supone en muchos casos para los ayuntamientos la captura, deberíamos plantearnos colaborar abiertamente en la resolución del problema, entre otras cosas por el daño que causan a nuestras especies cinegéticas.

Después de examinar la legislación vigente la Asociación de Tecores de Galicia UNITEGA ha planteado la cuestión ante los entes de la administración competente a fin de que resolviesen la siguiente cuestión:

¿Podrían las sociedades de caza ser organismos que colaborasen con los ayuntamientos en la recogida de perros y gatos asilvestrados?

A la vista de la contestación recibida por parte de la Administración, en principio parece confirmase que no existe mayor problema en el asunto (podemos ser organismos que colaboren en la recogida, al no estar definidos los requisitos para ser organismos colabores de los ayuntamientos) siempre y cuando nuestras sociedades se limiten a la captura para inmediatamente ponerlos animales capturados a disposición de la administración competente, sin asumir otras funciones como el transporte o la custodia del animal.

Ahora se hace necesario saber de que métodos de captura o inmovilización a distancia están dotados actualmente los organismos encargados de la recogida, para la realización de dicho cometido en nuestra Comunidad, en que circunstancias se utilizan y cuales son los requisitos para su utilización (en el medio natural).

La preservación de medio ambiente pasa por que todos los organismos implicados hagan uso de sus recursos para asegurarnos de su conservación. Pero también para asegurarnos de que esos animales abandonados o extraviados queden a buen recaudo bajo la tutela de sus propietarios, o de los organismos competentes evitándoles cualquier tipo de sufrimiento innecesario o incluso, la muerte.



Los cazadores de UNITEGA

Ningún cazador gallego es ajeno a lo que está sucediendo estos días de locura colectiva en la que uno se puede desayunar cada mañana con media docena de noticias sobre los daños del jabalí, las quejas de los agricultores y el oportunismo de algunos sindicalistas agrarios ansiosos de chupar cámara para justificar la valía que tienen.


Es la guerra que venimos sufriendo desde hace años sin que nadie sea capaz de propiciar una solución al problema. Una sucesión de pequeñas batallas que se libran día a día en los campos y tecores de Galicia, y cuyos resultados nunca convencen a nadie.

Pero este año es distinto a los otros porque en la búsqueda de una solución definitiva al problema se ha traspasado una línea roja que muchos temían cruzar. Hemos pasado de ser cazadores por ocio y afición a serlo por obligación. Cazadores empujados a soltar sus perros en contra de todo principio de gestión sostenible de un recurso natural como son nuestras especies de caza.

Se ha llegado a un punto sin retorno que los cazadores han cruzado empujados por una Orden anual, en la que se adelanta y prolonga la caza del jabalí para la próxima temporada y a lo que hay que añadir el sinsentido de crear un mapa de Concellos, donde se pueden realizar batidas sin comprobación previa de daños en los cultivos, y en el que los municipios “agraciados” con la medalla del “OBJETIVO 1” lo son por haber acreditado un elevado número de denuncias por parte de los agricultores, lo que ha originado un incremento considerable de las mismas en los últimos días a sabiendas de que el año que viene se revisará de nuevo el medallero y los que aún no han pisado podium lo podrán hacer si se aplican durante estos meses.

El sinsentido acaba de entrar por la puerta de la caza del jabalí, sin que los cazadores que se baten con sus perros entre los toxos y silvas de Galicia hayan tomado parte en esta decisión. Hemos pasado de ser cazadores conservadores a convertirnos en simples matarifes a la disposición de una Administración, que no quiere asumir su responsabilidad como encargada de la conservación de nuestro patrimonio natural y del que el jabalí forma parte, nos guste o no, y con los mismos méritos que tienen los lobos o las águilas reales.

Estamos a punto de perder la poca identidad que nos quedaba como cazadores y que ni siquiera el deporte, los campeonatos y las competiciones habían sido capaces de destruir en las últimas décadas, y en las que hemos perdido uno tras otro nuestros derechos como cazadores.

Y no podemos seguir consistiendo que nos den la justificación fácil, esa de que los daños son responsabilidad de los cazadores según las leyes, porque a estas alturas no nos sirve. La realidad de nuestra naturaleza no es la misma que hace años cuando se redactaron esas leyes y no podemos consentir que la Administración no asuma la necesidad de cambiarlas para que estén acordes con los nuevos tiempos en los que vivimos.

De no hacerlo con responsabilidad y firmeza podemos ir pensando en sustituir nuestra licencia de caza por un triste carné de exterminador de plagas que nos permita matar todo lo que se nos ponga por delante. ¿Para que servirán entonces los exámenes y las pruebas de aptitud a las que nuestros jóvenes se tiene que enfrentar, cuando quieren ser cazadores en Galicia si ni siquiera podremos llamarnos cazadores?

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