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Lobos de Galicia

Los habitantes del rural gallego cuentan que cada vez es más fácil ver un lobo donde viven. Que se los encuentran a cualquier hora del día y que no son los animales asustadizos que recuerdan de cuando eran niños y al que muchos se enfrentaron, vara en mano, para defender las vacas de sus familias.
jueves, 01 de mayo de 2014

  

También dicen que son lobos “raros”, que no son como los de antes y que por su aspecto y la forma en que se comportan, más bien parecen “lobos mixtos”. Curiosa definición de un lobo por parte de unas personas que conocen a éste animal.

Los de aldea no se explican de donde salieron los lobos, pero rápidamente te explican que alguien les contó a su vez, que un amigo vio un día como salía una manada de lobos de una furgoneta y que después volvía de vez en cuando para dejar carne en aquel sitio. Con toda seguridad que se trataba de un cebadero para capturar lobos y ponerles collares con GPS, pero como la Xunta de Galicia no quiere dar información de estas cosas, pues la leyenda urbana seguirá creciendo hasta que explote.

Esa es la versión de la situación del lobo que hay en el rural de Galicia y que poco tiene que ver con la que cuentan los urbanitas verdes que se preocupan con ahínco de que el lobo se convierta en un animal intocable del que casi no podamos ni hablar el resto de los mortales.

La estrategia de los urbanitas estás muy clara y saben como utilizar todos los medios a su alcance para defenderla a muerte. Se conocen de memoria todas las respuestas a las preguntas difíciles que les pueda plantear un periodista que trate de informar sobre el lobo. No se cansan de repetir una y otra vez que las poblaciones del lobo no están creciendo, que el que diga que hay lobos híbridos es un completo ignorante y que los daños que hacen los tiene que pagar la Administración rápidamente, porque en el fondo, si se hace la cuenta de la vieja, y se divide el coste de esos daños entre todos los gallegos, casi no tocamos a nada.

¿Y que dicen los ganaderos? Pues que les indemnicen, bien y rápido, porque es lo que gritan a los cuatro vientos los urbanitas. No tienen posibilidad de plantear otro discurso porque de hacerlo corren el riesgo de perder esas indemnizaciones económicas que pelean con más entusiasmo los urbanitas que ellos mismos. Han pasado a ser unos convidados de piedra en todo este asunto y parece que están muy cómodos con el papel que les han dado en esta obra de teatro.

Y con este panorama, no podemos faltar en la conversación los cazadores, que somos conscientes de que esto se está empezando a irse de las manos, que estamos viendo como las poblaciones de ungulados sufren una presión del cánido que empieza a preocupar en muchos sitios, y que para más INRI, ahora nuestros perros se han convertido en presas del lobo durante la celebración de los ganchos.

¿Pero cual debe ser el discurso de los cazadores ante esta situación? Desde siempre hemos mantenido la opinión de que hay que controlar esas poblaciones de lobo para que no se conviertan en un problema y nos hemos ofrecido a colaborar en ese control. También hemos planteado el aprovechamiento de esos individuos a extraer, con la justificación del retorno económico que puede llevar a los habitantes del rural.

Como no podía ser de otra manera, si echamos mano del manual del perfecto urbanita verde, la réplica a la propuesta de los cazadores está perfectamente redactada y justificada, por lo que hasta el menos convencido de ellos te responde que da más dinero el turismo que se podría general “enseñando” el lobo, que cazándolo y que solo pretendemos caza y cazar.

La Administración mira desde lo alto de su minarete de marfil y cada vez que da un paso, se lo piensa tres veces, puesto que tiene un miedo escénico a los urbanitas verdes que impide que actúe con lógica, lo que la lleva a entrar en este juego paranoico que, por lo general, termina en una cosa que se llama “Plan del Lobo”. Un documento estupendamente redactado y razonado que solo tiene un defecto, y es que solo sirve para justificar aun más los planteamientos de los urbanitas verdes.

Llegados a este punto sin retorno, quizás deberíamos plantearnos nuestro papel en esta locura que no tiene ni pies ni cabeza. ¿Qué pasaría si dejamos de hablar de caza del lobo? Puede que debiéramos plantearnos seriamente convertirnos en “ganaderos cinegéticos” que utilicen al urbanita verde para que le solucione la papeletea.

¿Por qué no podemos pedir nosotros indemnizaciones? ¿Qué justificación tendrán entonces los urbanitas verdes? Parece que su manual no contiene instrucciones para responder a la petición de indemnizaciones a los dueños de los perros que son comidos por el lobo, no solo los de los cazadores, sino de todos los que andan por el campo. Porque los urbanitas verdes también gustan de pasear con sus perros sueltos por el campo, eso si, perfectamente castrados, que es una de sus obsesiones compulsivas y que también tiene un capítulo extenso en su manual.

Es mismo manual tampoco contiene instrucciones precisas para contestar a una hipotética petición de compensación de la pérdida de renta cinegética, por lo que podríamos plantearnos seriamente exigir descuentos de las tasas que pagamos a la Xunta de Galicia por las matrículas de nuestros Tecores.

Una posibilidad fácil de aplicar sería coger el “Plan del Lobo” y la zonificación que aparecen en él, pero que solo se basa en los daños a la ganadería, para pedir descuentos del 75% de las tasas de los Tecores en la Zona 1, del 50% en la Zona 2 y del 25% en la Zona 3. ¿Por qué no lo podemos pedir? Si sumamos esa indemnización económica a la que ya obtienen los ganaderos y lo dividimos entre todos los gallegos, poca diferencia habrá con lo que se paga ahora.

Lo que está claro es que no podemos seguir jugando a un juego en el que los urbanitas verdes lo hacen con las cartas marcadas para conseguir ganar siempre, porque su único objetivo es que no se cace absolutamente nada en Galicia.

Resulta curioso ver como su doctrina no se aplica en casos tan curiosos como el del visón americano, que aunque parezca raro es una especie cinegética en Galicia. Deberíamos plantearnos muy seriamente los cazadores, revisar esa lista de especies cinegéticas que nos endosaron en su día y pedir que se saque de ella especies como el visón americano o las gaviotas, y que no tienen nada de cinegéticas, para que los urbanitas verdes puedan pedir proyectos LIFE a la Unión Europea con los que financiar su afición ecológica y seguir construyendo la naturaleza a su medida.


Los cazadores de UNITEGA

 

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