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La voz de los cazadores es la savia de la caza social en España, por eso es importante que entre todos expresemos nuestras inquietudes sobre todo lo que nos afecta, de una forma respetuosa y sencilla.

La caza social debe recuperar el protagonismo que le quitaron durante las últimas décadas y que mejor forma de hacerlo que a través de la voz de los cazadores.

Este espacio es un punto de encuentro de todos los cazadores sociales de España, por eso la UNAC te invita a participar en él con tus aportaciones.

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Artículo de Opinión. Carlos Irujo Beruete. Presidente de ADECANA.
Tal como dispone la Ley de Caza y Pesca de Navarra, los Planes de Ordenación Cinegética (POC) son un instrumento a través de los cuales se analiza la situación de las poblaciones animales y de sus hábitats, estableciendo los condicionantes para su aprovechamiento, marcando los objetivos de conservación y posibilitando la sostenibilidad de los recursos cinegéticos.

A pesar de ello a ADECANA le parece muy preocupante la interpretación que hacen de la normativa algunos técnicos de Medio Ambiente y de la empresa pública Gestión Ambiental Navarra (GAN), ya que cuando les interesa hacen prevalecer los POC frente a la Orden de Vedas, y cuando les conviene hacen lo contrario. Por ejemplo, si en la Orden de Vedas el conejo se puede cazar hasta el 30 de enero, a los cotos que les interesa les prohíben vía POC el cazarlos todo este mes, pero “a sensu contrario” si los conteos realizados en primavera de perdiz les permiten cazarlas más días, mediante el ordeno y mando de una Orden Foral les obligan a hacer tabla rasa con el resto.



En los POC está dispuesto que para que la gestion de la perdiz sea sostenible se puede cazarlas cuando el número de ejemplares sea igual o superior al 50 % de la potencialidad establecida, pero a pesar de que hay cotos que superan con creces esta, en vez de premiarles dándoles algunos días más, se les castiga igualándoles con los que no llegan a estas cifras.

¿Qué van a conseguir con ello? que los únicos que con trabajo, dinero e ilusión están consiguiendo que en algunos sitios esté mejorando sus poblaciones dejen de hacerlo al desmotivarse agravando todavía más el problema.

Los estudios que el Gobierno de Navarra ha realizado de la perdiz no relacionan su declive con una caza sostenible y respetuosa, sino con la degeneración del hábitat producto del cambio agrícola y ganadero de los últimos años y su intensivismo. Y si a ello le unimos que otro de los principales problemas es el control de predadores, principalmente zorros y gatos asilvestrados, en vez de promocionarlos han empezado a denegar sus autorizaciones, agravando más el problema.



En Navarra la caza es una actividad social con una gran raigambre popular, pero a pesar de ello, a mí entender y el de muchos cazadores el Gobierno de Navarra lleva 30 años con una política equivocada. La mejor prueba que no están haciendo bien las cosas es el cada vez mayor descontento del colectivo, que está ocasionando que a pesar de que Navarra esta podría ser un paraíso para la caza cada vez hay más navarros que están cogiendo cotos en Aragón donde con un hábitat semejante, pero con una gestión mucho mejor, se les dejan cazar la perdiz muchos más días.

Eso sí, cuando la Administracion necesita a los cazadores para eliminar fauna que causa daños o es susceptible de trasmitir enfermedades, por ejemplo los jabalíes o lo conejos, todo son facilidades para exterminarlos, pero cuando se trata de aprovechamiento social de especies que no causan daños, como es el caso de la perdiz, en vez de solucionar los problemas que causan su regresión, se justifican restringiendo su caza.

A entender de ADECANA y muchos cazadores esta propuesta de limitar la caza de la perdiz a dos días es una falta de respeto a los gestores de los cotos, a los técnicos que los elaboran los POC y los guardas que las cuentan, por lo que solicitamos que en la Orden de Vedas definitiva rectifiquen y la autoricen de forma sostenible en base a los conteos que se realizan.

25/04/2019 Artículo de Opinión publicado en Revistalibertalia.com
Sergio Pavón Acosta
Miembro de la Junta Directiva de Unión Nacional de Asociaciones de Caza (UNAC)
La caza es una cuestión compleja que puede ser tratada desde numerosos puntos de vista. He de reconocer que parte importante de la situación en que se encuentra la caza es responsabilidad nuestra, de los cazadores, ya que hemos demostrado una absoluta inoperancia a la hora de mostrar al resto de la sociedad qué es la caza, en qué consiste y qué beneficios tiene para el ecosistema y, por tanto, para la sociedad. Esto ha permitido que una determinada serie de personas hayan vilipendiado a la caza y a los cazadores de forma descarada construyendo una imagen completamente falaz de la actividad y sus practicantes.

Bajo mi punto de vista la importancia de la caza reside en su vertiente ecológica y aquí, pese a que a muchos les pueda doler, la razón está de nuestro lado. Y es que la caza es mucho más que ese disparo que pone fin a la vida de un animal, ese “pum” que ocurre en una fracción de segundo y por el que se nos juzga (e insulta). Un instante que, cuanto más se conoce de la caza, más irrelevante se vuelve.


Creación y mantenimiento de bebederos


Y es que cazar no es solo ese pum, cazar es el tiempo que dedicamos a mejorar nuestros cotos; unas mejoras que por supuesto benefician a las especies cinegéticas pero que también, de forma directa o indirecta, lo hacen al resto de especies, al ecosistema y por extensión a toda la sociedad, ya que al final somos los custodios de ese patrimonio natural. Tan es así que en la mayoría del territorio de nuestro país, la gestión cinegética es la única gestión que se realiza en el medio natural.

Esas labores de mejora engloban muchas acciones, ponemos bebederos, comederos, recuperamos bañas, balsas de agua, realizamos siembras, desbroces, limpiamos el monte, hacemos y mantenemos cortafuegos, velamos por la salud de las especies. Nos preocupamos negociando con agricultores para retrasar la cosecha y evitar que caigan pollos, corcinos, o se destruyan nidos, que no se coseche por la noche y caigan muchos animales cegados por la luz, que se dejen ciertas franjas sin cosechar para que sirvan de refugio y alimento a la fauna, o que se retrase la recogida de la paja entre otras innumerables acciones. Y todo esto financiado con el dinero de los cazadores y no de las arcas del estado como suele suceder con el resto de actuaciones de conservación.

Pero aquí no acaba nuestra actividad. Durante la temporada, además de seguir realizando estas tareas, nos encargamos de colaborar con la vigilancia de los campos y montes, con guardas que complementan el trabajo de la Guardia Civil y los Agentes Forestales, y que, de nuevo, corren a cargo de nuestros bolsillos. Naturalmente el dinero no es lo más importante, pero no debe olvidarse que la caza, contribuye a la sociedad sin costarle un solo euro.


El autor del artículo en un control poblacional, Aguardo, por daños a la agricultura


Cuando cazamos, lo hacemos cumpliendo la legislación nacional y autonómica, una orden de vedas y un plan de ordenación de los recursos cinegéticos, elaborado por un técnico y validado por la administración. Todo ello buscando un aprovechamiento sostenible de esos recursos. ¿Qué conseguimos con esto? Conseguimos unas poblaciones animales sanas acordes con la capacidad de carga del medio, evitando desequilibrios que afecten a la flora, cultivos, otras especies animales, salvajes o domésticas, que puedan derivar en la aparición de enfermedades que incluso pueden afectar al ser humano.

Así pues, la conclusión no es otra que la caza es necesaria. ¿se puede mejorar? Por supuesto, todo es mejorable, pero a lo que no podemos tender es al argumento falaz de la “Naturaleza es muy sabia y se regula sola”. Y es que si bien es cierto que la Naturaleza tiende al equilibrio, eso no significa que ese nuevo estado de equilibrio vaya a ser tan positivo como el que, con la ayuda humana, podría obtenerse. Se corre el riesgo de ir perdiendo especies, o incluso ecosistemas, en ese camino.

En este sentido, es de destacar también la torticera guerra semántica con la que se aborda la cuestión. Así se reconoce que es necesario controlar las poblaciones pero, en lugar de apostar por la caza, se opta por “realizar controles”.


Instalación de comedros y bebederos artificiales con protección antiganado


Consideremos entonces el caso de Holanda, donde se prohibió la caza de gansos en 1999 . Desde entonces se ha disparado su número originando cuantiosos daños a los cultivos y poniendo en riesgo el tráfico aéreo. En lugar de haber vuelto a permitir su caza, lo que se ha optado es por capturarlos cuando están cambiando la pluma y no pueden volar, para posteriormente gasearlos en una unidad móvil de exterminio.

Lo absurdo de todo ello debiera ser manifiesto: en lugar de permitir un aprovechamiento racional de un recurso, que lleva aparejado una serie de externalidades positivas, se decide gravar al ciudadano con un servicio innecesario. Todo ello para poder sacar pecho diciendo que no se permite la caza del ganso (a la vez que se los gasea en su estado más indefenso).

En España no somos inmunes a este sin sentido. Así, cuando se habla de cazar dentro de un espacio protegido, nos echamos las manos a la cabeza sin darnos cuenta de lo que conseguimos: obligar a un celador, que muchas veces no quiere quitarle la vida a un animal, a que haga esa extracción, en lugar de que ese mismo celador acompañe a un cazador, le señale de forma inequívoca el animal concreto que tiene que abatir, lo abate e ingresa un dinero para seguir reinvirtiendo en la conservación de ese espacio. Eso sí, se nos volverá a hinchar el pecho diciendo que no se caza. De este modo, pasamos de tener una solución a crear dos problemas. Tal es el caso de la superpoblación de cabras monteses en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama.


Recuperación de terrenos abandonados mediante siembras de cereales


Y podríamos seguir hablando de especies invasoras, de la amenaza de la Peste Porcina Africana, de la pérdida de biodiversidad por culpa de las presiones animalistas, del aprovechamiento de la carne de caza y sus beneficios frente al sistema alimentario actual,del impacto económico y social de la actividad como parte del desarrollo rural, de cómo determinadas entidades quieren aprovecharse de la caza y los cazadores vendiendo la imagen de la caza como deporte, de los derechos de los cazadores, de la ineficacia de los supuestos métodos alternativos para el control de determinadas especies, o ¡cómo no! del supuesto maltrato al que sometemos a nuestros perros (argumento desmentido por los datos del SEPRONA y en el estudio realizado por la Fundación Afinity.

En definitiva, esa falsa imagen de la caza responde a los intereses de una parte del animalismo que hay que recordar no tiene nada que ver con el ecologismo ni la conservación. Es innegable que la caza es mejorable, pero no por ello prescindible. Debe por ello trabajarse para su mejora en vez de caerse en la prohibición como fruto de nuestra incapacidad para avanzar.

Víctor Rafael Mascarell Mascarell Presidente de la Federación de Cazadores de la Comunidad Valenciana (FECA-CV), y miembro de la Junta Directiva de la Unión Nacional de Asociaciones de Caza (UNAC). Real de Gandía (Valencia), 13 de noviembre del 2018.
La Caza ha estado siempre presente en España. Forma parte de su cultura popular, incluso la Constitución permite su transferencia a las Comunidades Autónomas a través de su Artículo 148.1. 11.

Podríamos preguntarnos el motivo por el cual el hombre ha cazado durante toda su dilatada existencia hasta nuestros días; unos dirían que lo llevan en sus genes; otros dirían que lo han heredado de sus padres y antepasados; otros afirmarían que es una de las pocas actividades que se pueden practicar en su pueblo. Pero sea por lo que sea, la Caza forma parte de la vida tradicional de la gente de los pueblos y aldeas, es un fenómeno que se expresa y se manifiesta en cada uno de ellos con su propia idiosincrasia y cultura, siempre ha estado presente en España.

Quién no recuerda la película española de 1978 «La Escopeta Nacional», o al cetrero y cazador Dr. Félix Rodríguez de la Fuente, o la cantidad de bocas hambrientas que se llenaron en tiempos difíciles en España a través de la caza, por no hablar de las grandes aportaciones hechas a la sociedad actual por las organizaciones sociales prehistóricas y ancestrales: las sociedades de cazadores-recolectores, como ya expresé en mi artículo «La caza debería declararse Patrimonio de la Humanidad», al afirmar: «La caza ha transmitido habilidades, formas de vivir, valores, comportamientos, enseñanzas, respetos y actos que la humanidad actual le debe a la caza, y a la cultura que ha transmitido de generación en generación a lo largo de la existencia del hombre».

En la actualidad, hay voces críticas con la caza, tal vez sin detenerse a pensar que ciertas exigencias o imposiciones pudieran estar en contra de la cultura popular del pueblo español y, con ello, contra el mandato constitucional, lo que conllevaría a que los poderes públicos debieran intervenir para garantizar la conservación de ese patrimonio cultural popular que es la caza.

Pero ¿qué es la cultura popular? El Diccionario de la lengua de la Real Academia Española {RAE) la define como:

«Conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo».

Considero que no hay cosa más tradicional en la vida de los pueblos y en sus gentes en España que la Caza. Recordar las pinturas rupestres con escenas de caza que expresaron la cultura de aquellas épocas, o la creación de utensilios que utilizaban nuestros antepasados prehistóricos para cazar (losas, trampas, lanzas, arcos y flechas, etc.); o el comercio de compra-venta de aves rapaces para el ejercicio del arte de cetrería por aldeas y pueblos de España, durante la Edad Media; o los Centros de Cazadores que existían a principios del siglo pasado en muchos pueblos, donde se reunían los cazadores para compartir y confraternizar los momentos y sabores de la caza; o esa forma o modo de vida de muchas personas que viven en las zonas rurales, que durante siglos han practicado la caza como forma de esparcimiento y distracción, y que les ha aportado alimento a su dieta diaria, contribuyendo al equilibrio poblacional del desequilibrio de ciertas poblaciones, como el jabalí, el conejo, etc.; o de tantas y tantas viandas creadas en nuestros pueblos a base de animales cazados, y que a día de hoy forman parte de esa rica, variada y extensa gastronomía española.

Eso que hacen las personas que viven en nuestro mundo rural, la caza, y todo el conjunto de acciones y manifestaciones que se realizan alrededor de ella forma parte de la cultura popular y de la gente que allí vive, es su cultura. La Caza es Cultura, además de otras muchas manifestaciones y expresiones sociales: artesanía, arte, gastronomía, turismo, sociedad, profesionalidad, etc., y forma parte de la idiosincrasia de la gente de nuestros pueblos rurales y del medio natural.

Si la Cultura de España es responsabilidad de los poderes del Estado Español, según afirma nuestra Constitución, por ejemplo, en su Preámbulo: «Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, ...». En su artículo 44.: «1. Los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, ...». O en su artículo 46.: «Los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural ...». O en el artículo 148.1.: «Las Comunidades Autónomas podrán asumir ... 17. El fomento de la cultura, ...». O el 149.1.: «El Estado tiene competencia exclusiva sobre las siguientes materias: 28. Defensa del patrimonio cultural, ...».

Si la Caza es Cultura, y popular en nuestros pueblos, y las autoridades tienen la responsabilidad y la obligación de proteger, promover, conservar, fomentar y defender su cultura, como afirma nuestra Carta Magna, yo me pregunto: ¿Por qué nuestros poderes públicos, el Estado o nuestras Comunidades Autónomas no protegen, promueven, conservan, fomentan y defienden la Caza?

Víctor Rafael Mascarell Mascarell Presidente de la Asociación de Entidades de Caza de la Comunidad Valenciana (ADECACOVA), y miembro de la Junta Directiva de la Unión Nacional de Asociaciones de Caza (UNAC). Real de Gandía (Valencia), 26 de febrero del 2018.

He leído con asombro la noticia difundida por el Diario de Mallorca con el título: “El Govern suprimirá el tiro a pichón como modalidad de caza”. No me ha sorprendido, porque llamara “modalidad de caza” (que no lo es) a una especialidad deportiva como es el tiro a pichón; me ha sorprendido que se afirmara en ella que los estatutos aprobados por la Conselleria de Deportes reconocen que la caza es una modalidad deportiva:

“La Federación Balear de Caza, en sus estatutos ratificados mediante resolución del conseller de Turismo y Deportes el 9 de octubre de 2012, reconoce que la modalidad deportiva de esta federación es la caza y que está compuesta por las disciplinas siguientes: caza menor, caza mayor, caza con arco, artes y modalidades de caza tradicionales, caza fotográfica, vídeo de caza, caza menor con perro, caza Santo Huberto, perros de muestra en campo, perros de caza, perros ibicencos sin escopeta, agility, cetrería, tiro al pichón, tiro de codornices a máquina, pájaros de canto (silvestrismo), reclamo de perdiz macho, recorridos de caza, recorridos de caza en trinquete, tiro a caza lanzada, palomos a brazo, y otras modalidades de práctica cinegética existentes o que se puedan crear.”

La Constitución Española (nuestra Carta Magna) dice que la Caza no es un Deporte, y viceversa, pues contempla el Deporte en su artículo 148.1.11ª, y la Caza en su artículo 148.1.19ª.

Si la caza es una materia constitucional que el Estado transfiere a la CC.AA., y esta la regula en su Comunidad por una ley propia, específica y especial de caza, e incluso en algunas Comunidades Autónomas aún está regulada por la Ley Estatal de Caza, considero no ajustado a derecho que la Administración deportiva resuelva que la caza es una modalidad deportiva.

La cuestión anterior choca entre la caza y el deporte, o entre la ley de caza y la ley del deporte, pero ello se agrava al permitir que la palabra “caza” forme parte de la denominación de una única federación, sin ningún tipo de adjetivación o puntualización, como podría ser: deporte de la caza o tiro deportivo de caza, lo cual monopoliza la palabra “caza” en una entidad deportiva, con todo lo que ello comporta y conlleva.

Pero no termina ahí la irregularidad de la Conselleria de Deportes, que reconoce como disciplinas deportivas: la caza menor o la caza mayor, que están reguladas y amparadas por la ley de caza, y son competencia de la Consellería de Medio Ambiente. La Caza tiene su propia ley que la regula, y en ella ya tiene sus propias modalidades de caza, con sus propias disciplinas y/o especialidades. Sin hablar de las competencias a nivel de la Administración. ¿Quién va a sancionar por una infracción de la ley de caza: la Dirección General del Deporte o la Dirección General de Caza?

Considero que no es correcto que las Administraciones deportivas permitan y autoricen estatutos a entidades deportivas (federaciones, clubes, etc.) con fines, funciones y actividades que van más allá de lo que la ley del deporte les indica que pueden hacer, ya que son entidades del deporte, y a él se deben, inmiscuyéndose en otras disciplinas, actividades, modalidades y materias, como es el caso de la caza.

Si lo expuesto sucede en todos los Gobiernos de las CC.AA, puedo entender por qué la caza y a los cazadores no poseen sus propias federaciones, su propia organización, sus propias sociedades, su propia financiación, sus propias elecciones electorales, su propio organismo público, etc., a través de la Ley de Caza, para los cazadores y, para la Caza que forma parte de los fundamentos del derecho de nuestra Constitución Española, y de los fundamentos jurídicos de nuestras leyes en este país.

Esperemos que prime el sentido común, la cordura y la legalidad, y que los Gobiernos de las CC.AAs pongan a cada uno en su sitio, con el fin de que no tengan que ser los cazadores los que reclamen el amparo de los tribunales y la responsabilidad patrimonial de las Administraciones Públicas y sus autoridades, por tratar a una materia constitucional como es la Caza como lo que no es, una modalidad deportiva.

En noviembre del año 2010 la cetrería, arte de cuidar y adiestrar aves de presa para cazar animales silvestres libres en su medio, fue incorporada a la “Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad” en la quinta reunión del Comité Intergubernamental para la salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial celebrado en Nairobi.

Víctor Rafael Mascarell Mascarell

Es el único arte en el seno de la Caza que ha obtenido este reconocimiento. Así consta en el Ministerio de Cultura. Algo que me satisface, pues durante muchos años la he practicado.

Algunas corrientes en el seno de la caza, como la Oficina Nacional de la Caza (ONC), pidieron al Gobierno español en el año 2012 que promoviera la caza como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad ante la Organización de Naciones Unidas (UNESCO), con el apoyo de la Real Federación Española de Caza. También algunos autores, como Julen Rekondo en su escrito La caza como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, afirmaban en defensa de sus requisitos que «la práctica de esta actividad tradicional ha dejado una significativa influencia en todos los ámbitos de la vida y cultura en España, en la literatura, en la lengua, el arte, canciones, músicas y danzas tradicionales, así como los utensilios, la indumentaria y la alimentación».

A dicha propuesta anterior, que me parece muy loable su iniciativa, no se adhirió la Unión Nacional de Asociaciones de Caza (UNAC), tal vez por no compartir las justificaciones que argumentaron, a lo que me sumo. Uno de sus argumentos indicaba: «La caza, como actividad que regula las especies y genera biodiversidad, es necesariamente compatible con el conservacionismo, de manera que las inversiones que esta genera sean garantes del futuro de los hábitats y habitantes del medio rural y natural» (Agencia EFE). Al proponer con estos argumentos la caza como práctica o actividad, se queda corto y no identifica la magnitud y grandiosidad que ha supuesto la caza para la humanidad.

Este intento fallido no debe de desanimar al colectivo, ni a nuestros gobernantes que lo apoyaron, ni a nuestros representantes que lo pueden impulsar, ni a otros países y naciones del mundo que se pueden sumar, ya que la caza en sí es un patrimonio cultural no reconocido acogiéndonos a la definición de la UNESCO (2014) -Indicadores UNESCO de Cultura para el Desarrollo: Manual Metodológico, pág. 132-:

«El patrimonio cultural, en su más amplio sentido, es a la vez un producto y un proceso que suministra a las sociedades un caudal de recursos que se heredan del pasado, se crean en el presente y se transmiten a las generaciones futuras para su beneficio».

Y eso es lo que es la caza, un legado formativo que se ha transmitido de generación en generación hasta el hombre contemporáneo.

La Caza a lo largo de millones de años ha sido un fenómeno social que ha influido en numerosos aspectos alrededor de la humanidad: bélicos, artísticos, educativos, organizativos, políticos, económicos, comerciales o medioambientales.

Pero habría que analizar la evolución de las personas a lo largo de su existencia, durante millones de años, para darnos cuenta de la influencia, el alcance y contribución que ha tenido la Caza en la forma de vivir, y de ser, de la humanidad actual. Una humanidad que tiene mucho que agradecer a la caza.

Para entender la aportación de la Caza a la humanidad actual debemos de ir mucho más lejos de verla como el ejercicio, la actividad o la práctica de perseguir, acosar, atrapar o abatir animales salvajes en el medio natural, la cual ha proporcionado proteínas al hombre para su existencia; la debemos ver como el fenómeno social y cultural que ha modelado al hombre a lo largo de millones de años, como animal racional, proporcionando a la humanidad contemporánea:

- Sostenibilidad de los recursos naturales. Cazando y recolectando lo necesario, sin agotar el entorno de especies ni recursos que le servían tanto para el mantenimiento de la prole, como para la obtención de herramientas y utensilios extraídos de esos recursos naturales. Además de contribuir al equilibrio ecológico del ecosistema.

- Desarrollo equilibrado. La captura y consumo de animales contribuyó a obtener grandes cantidades de proteínas, que contribuyeron al desarrollo biológico, fisiológico y morfológico del hombre.

- Movilidad. Las sociedades prehistóricas de cazadores se movían condicionados al clima y la caza, una forma de preservar el alimento y un modo de establecer movimientos sociales en diferentes lugares del mundo, y de que esa fuente de proteína animal y fibra vegetal siguiera siendo sostenible a lo largo del tiempo.

- Conocimientos territoriales. Los movimientos de las agrupaciones o tribus o etnias en busca de caza, de la recolección de plantas o emigrando a lugares con climas más benignos, les proporcionaba a las sociedades de cazadores conocimiento de los lugares y de los territorios a lo largo de los siglos.

- Formación e información. La caza ha sido un medio de transmisión de información y de conocimientos. El hombre ha aprendido conocimientos que ha transmitido a sus descendientes para que estos pudieran cazar para subsistir, lo que les ha dotado de formación y habilidades adquiridas a lo largo de miles de años, los cuales se han transmitido de padres a hijos.

- Trabajos en equipo y reparto de tareas. Primero se cazaba individualmente, y a lo largo de los siglos se reunieron en sociedades cazadoras, para hacerlo en grupos organizados con funciones diferentes para cada individuo.

- Jerarquías y mandos. Los maestros cazadores enseñaban a los noveles, lo que ha contribuido a la cadena social y bélica, dotando de lo que en la actualidad conocemos como la cadena de mando; unos han dirigido a los otros para la consecución de los fines planteados por la organización, los cazadores más veteranos enseñaban a los más jóvenes a cazar, unos mandaban y otros obedecían.

- La ganadería. De la caza han nacido la ganadería y el pastoreo. El hombre ha cazado y domesticado a los animales, y a lo largo de su vida se ha dado cuenta que cuidando y criando a esas especies no tenía la necesidad de cazar todos los días. No solo eso, ha domesticado a los animales como auxiliares, para que le sirvieran como herramientas para poder cazar: como los canidos para la defensa y el rastro, las rapaces para la captura de presas, y los mustélidos para el acceso a lugares inaccesibles. Especies, algunas de ellas que han llegado a servir en la actualidad como animales de compañía del hombre.

- Creación de arte. Un arte rupestre basado en la Prehistoria y Arqueología de nuestros ancestros. Enclave y lugares para la observación, donde las escenas de caza de los animales con figuras humanas de arqueros y lanceros, así como representaciones de animales aislados: cabras, ciervos, jabalíes y aves, nos hacen retroceder en el tiempo y darnos cuentas que sus dibujos fueron las primeras expresiones del arte que, a lo largo de los siglos, han ido mejorando y aprendiendo los varones y las mujeres.

- La confección y fabricación de herramientas y utensilios. Unos cazadores que aprendieron a cazar con sus manos, pasando a fabricar lanzas, arcos y flechas, y terminando construyendo y utilizando armas de fuego. Esa imaginación ha sido consecuencia de la caza y de la subsistencia y la supervivencia entre competidores, tanto de la misma especie como de diferentes especies.

- Los enterramientos de insignes cazadores y guerreros en sus poblados, y a los miedos y creencias de dichas sociedades y colectivos, dieron pie y conllevaron a los enterramientos y cementerios de las personas.

Y así, adentrándonos en la antropología de dicho fenómeno, podríamos estar hablando sobre muchísimas más cuestiones importantes que la Caza ha aportado al hombre hasta nuestros días.

La caza ha transmitido habilidades, formas de vivir, valores, comportamientos, enseñanzas, respetos y actos que la humanidad actual le debe a la caza, y a la cultura que ha transmitido de generación en generación a lo largo de la existencia del hombre.

Preservar, apoyar, proteger y fomentar lo que hemos heredado y adquirido de nuestros ancestros a lo largo de millones de años, y que ha contribuido a que la sociedad actual sea como es en el presente; considero que es honrar y agradecer esa aportación que ha contribuido a ser lo que en la actualidad somos las personas. Por eso, considero que reconocer ese fenómeno de la caza como Patrimonio de la Humanidad, sería honrar a nuestros antepasados, y reconocer el legado que nos han transmitido a lo largo de los siglos nuestros ancestros.



Víctor Rafael Mascarell Mascarell
Presidente de la Asociación de Entidades de Caza de la Comunidad Valenciana (ADECACOVA), y miembro de la Junta Directiva de la Unión Nacional de Asociaciones de Caza (UNAC).
Real de Gandía (Valencia), 27 de octubre del 2017.

 

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