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El declive de la perdiz roja

martes, 05 de febrero de 2013

  

Luis Felipe Gutiérrez Bermejo
Presidente de  la Asociación para la Conservación de la Naturaleza y la Caza de Extremadura - ACONCAEX


Que la perdiz roja es la reina de la caza menor, nadie lo duda - para mí es la reina de la caza, que cada vez hay menos, tampoco. ¿Pero por qué cada vez son más escasas? ¿Por qué están en peligro de extinción? ¿Cuales son las causas de su declive y quienes son o somos los culpables? ¿Hay posibilidad de recuperarlas? 



Si nos remontamos a los años de abundancia nos encontramos con un medio natural caracterizado por campos habitados: pastores, cabreros, porqueros, todos ellos interesados en defender su ganado y que realizaban un control de depredadores constante. Fincas con siembras de cereal, trigo, avena y centeno, 
donde no pisaba ni un alma desde la siembra hasta la recolección, desde octubre a julio.

Limpias de monte, se descuajaban cantuesos, tomillares, chaparrales, retamares y jarales para procurar espacios donde cultivar y apacentar el ganado. Había además abundancia de conejos, alguna liebre y pocos cazadores que se dedicaban a cazar las perdices al salto con escopeta. 



Sin embargo, se cazaba la perdiz de muchas maneras: al aguardo, bien en el celo normal o en el celillo de los Santos, donde se abatían bandos enteros; con cepos de tabla, con lazos hechos con crin de caballo, con red en los aguaderos, a rececho, disparando sobre los bandos, a veces podían abatirse varias de un solo disparo. Como eran años de escasez, se recogían sus huevos para hacer tortillas, por cierto, muy ricas, ya que los huevos de las gallinas había que venderlos. Una serie de circunstancias favorables y adversas, que coadyuvaban a que las perdices fueran abundantes.


Y en esto llegó el DDT, luego el Malathión y otros venenos, nubes de langostos y otros invertebrados yacían en el suelo tras las fumigaciones, el alimento de jóvenes y adultos desaparecía del campo, el resultado fue una disminución de los individuos año tras año. Cuando por fin la Administración cayó en la cuenta de que el campo se estaba envenenando a manta, y que a través de la cadena trófica pasaba a la especie humana, se
prohibió su uso, pero el mal ya estaba echo. Se ha comprobado que las personas que convivieron con el DDT todavía mantienen parte de él en la grasa. Nos imaginamos lo que ocurrió con los animales que ingerían alimentos contaminados con estos venenos: perdices, codornices, cogujadas, gorriones, avutardas, sisones y un sin fin de aves y algunos mamíferos sufrieron las consecuencias. Entonces comenzó el declive. 



No teníamos bastante y llegó la PAC, las fincas se llenaron de vacas, cabras y ovejas; los campos, antes adornados con mieses doradas, se convirtieron en terrenos de pastos. El medio rural sufrió un abandono masivo y el monte se fue adueñando de las tierras de labor, se prohibió la caza de casi todos los depredadores y estos proliferaron rápidamente. 


Recuerdo que los antiguos cazadores me hablaban de la existencia de un mustélido que vulgarmente se llamaba patierbilla, bello animal de pelo marrón y corbatín blanco, la garduña. Jamás por los años ochenta conseguí verlas, sin embargo, hoy es muy fácil observarlas muertas en las carreteras, han proliferado sobremanera. Al igual que las garduñas el resto de los depredadores son abundantes. Curiosamente, salvo el zorro, todos están protegidos, no sabemos cual es la razón científica, si hay muchísimos más que ha habido nunca, por qué se protegen. 


Continúa el declive, las perdices necesitan espacios abiertos para ver a los depredadores, siembras para protegerse durante la incubación y cuando tienen pollos. En la maleza mueren a manos de los depredadores, sin siembra tienen que recorrer mucho más terreno para alimentarse, cuando más se mueven más vulnerables son. Aquellos bandos de doce, catorce y hasta diecisiete pollos fueron menguando, siendo cada vez más cortos. Las bravas patirrojas que se cazaban en mano, o en ojeos en las fincas de postín, un ojeo o dos al año y siempre en invierno, que es la época en la que vuelan más rápido, fueron disminuyendo más y más. 


En estas estábamos cuando se inventaron las granjas de perdices ¡Qué maravilla¡ ¡Qué animales tan magníficos¡ Iguales que las del campo. Sí, pero en apariencia, efectivamente parecen perdices rojas, vuelan y todo. Pero les falta lo principal el instinto de conservación, la capacidad para buscar alimento y zafarse de los depredadores, las artimañas que usan las perdices para escapar de los depredadores, la astucia para defender a sus pollos, la sagacidad para avisar a sus crías del peligro, la capacidad para dar órdenes a su prole. La prueba es, que si se adaptasen al campo, no habría que soltar todos los años el mismo número, siempre el mismo o más si hay clientela.


Las repoblaciones han sido y están siendo la puntilla para el declive de la perdiz, las enferma: tratadas con antibióticos, las perdices de granja, no sufren las enfermedades, que trasmiten a las salvajes, y éstas se mueren. Al cruzarse domésticas y naturales, las del campo se bastardean y pierden sus cualidades, (vean la imagen que sigue, donde la autóctona es la de la izquierda y la hibrida la de la derecha), las peculiaridades que las hacen ser autóctonas, adaptadas al lugar donde nacen, capaces de sobrevivir y reproducirse en el hábitat donde las perdices han sufrido milenios de evolución. 



Los mercaderes de gallinas explican a sus incautos clientes que refuerzan sus fincas con perdices de granja (aunque sea llenas de lombrices), que son puras, que llevan una guía y todo, pero que la mayoría son del campo. Fíjense si es verdad, que estamos hablando del declive de la perdiz roja. Quizá esté confundido y los ganaderos de caza sean magníficos gestores que cuidan con mimo la naturaleza, que velan por la pureza genética de las especies cinegéticas y, que si no hay perdices, pues no sabemos porqué será, total, mejor de granja, que más da. 




Menos mal que la Plataforma “S.O.S Salvemos la Perdiz Roja” advierte del daño causado por productos químicos en el campo o que el IREC advierte de los efectos nocivos en perdices por el consumo de semillas tratadas con plaguicidas o que el ilustre y prestigioso científico José Miguel Montoya Oliver, escribe: “que las repoblaciones, sueltas… han roto de forma irreversible una diversificación en ecotipos que era riqueza genética adaptativa, biodiversidad de la verdad, herencia de siglos…” 


Pues eso, que nos estamos cargando la perdiz salvaje, acaso de forma irreversible. Y hay más culpables: los cazadores, que no dejan las suficientes para que críen, que creen que la madre son los chaparros, aulagares, jarales o canchales. No, la madre es el conjunto de individuos que quedan en el campo cuando termina la temporada de caza, y si no dejamos madre, no caben sorpresas, no crían porque no pueden criar. Se abaten
más de la cuenta y se hieren otras tantas que luego perecen.

En definitiva, el declive de la perdiz roja se debe al conjunto de los factores que he descrito y algún otro, que quizás se me escapa. Soluciones ¿ hay algunas para recuperar este asombroso animal? Ciñéndonos a Extremadura, todavía quedan, aunque escasos, lugares donde sobreviven perdices rojas auténticas, cotos donde se miman y cazan ordenadamente, con cupos severos, donde se realizan censos para ver cuántas se pueden cazar. Estos santuarios cada vez están más amenazados. En principio, no le interesan a los empresarios de la caza, ellos prefieren que los cazadores se acostumbren a cazar cantidades de perdices, cuantas más mejor, cantidad en vez de calidad.

Cuando un cazador va a un ojeo de perdices de granja o suelta ¿ recuerda el lance de la primera? ¿ y de la duodécima? Eso no es cazar es tiro al … ¿Dónde está la incertidumbre que es un requisito fundamental para cualquier tipo de caza? En fin, sigamos con las soluciones. Si queremos parar el declive de nuestras perdices habría, en principio, que cumplir las leyes:

El art. 62 de la Ley del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, establece, como uno de sus principios que “ las Administraciones Públicas competentes velarán por que las sueltas y repoblaciones con especies cinegéticas no supongan una amenaza para la conservación de las poblaciones naturales en términos genéticos o poblacionales”, ya he explicado lo que ocurre con la introducción de las perdices de granja en el medio natural, luego la Ley se está incumpliendo.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que la fauna y la flora silvestres ha de ser respetada como parte integrante del medio natural, procurando la conservación de la biodiversidad y la utilización sostenible de los recursos naturales renovables, en este caso la perdiz roja. En consecuencia, no se está conservando la biodiversidad respecto a la patirroja, ni se está haciendo un uso sostenible de este recurso, ya que nuestra protagonista camina hacia la extinción. 

Una acción eficaz sería prohibir la introducción, repoblación o suelta de perdices de granja en las ZEPAS extremeñas, con ello conseguiríamos un reservorio genético de una extensión considerable que posteriormente se puede ampliar a otros espacios protegidos.

Sembrar, sembrar y sembrar: cereal de ciclo largo, preferentemente trigo o avena, que se cosecha tarde, cuando la mayoría de las perdices han sacado adelante sus pollos y pueden volar. Por supuesto, ni herbicidas, ni pesticidas que envenena el campo y producen efectos letales en todas las especies. Es mejor no sembrar, que cultivar echando tóxicos. Sembrar y cosechar de día, hay estudios que han demostrado que cuando se cosecha por la noche, práctica muy habitual, adultos de perdiz y sobre todo pollos, son
engullidos por las máquinas. Cosechar de dentro a fuera, para permitir que los animales tengan posibilidad de huir. 




Cazar ordenadamente. Sólo el número de individuos que garanticen la continuidad de la especie. Al final de la temporada debemos dejar como mínimo una pareja por cada diez hectáreas, con ello aseguraremos el éxito reproductor, incluso en años de meteorología desfavorable.

Control de depredadores. Aunque una perdiz adulta es muy difícil que sea atrapada por un zorro, huevos, pollos y hembras incubando son presas fáciles de estos depredadores, por ello su control es imprescindible si queremos tener perdices. 




Agua. La perdiz es tributaria del agua, limpiar fuentes y manantiales, instalar bebederos en el campo permitirán que la perdiz no tenga que desplazarse grandes distancias en su busca, evitando así el peligro de asfixia y captura por sus enemigos.

Con estas pequeñas acciones, mi humilde experiencia, os asegura, que podemos detener y acaso ¿quién sabe? Olvidar el declive de las perdices salvajes.



 

Archivado en:  Luis Felipe Gutiérrez Bermejo,

 

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