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EL AYER Y HOY DE LA CONTRAPASA

miércoles, 23 de diciembre de 2009

  

Carlos Irujo (publicado el 03/03/2004)

La contrapasa es una modalidad tradicional de caza que se ha practicado desde tiempos ancestrales en los collados del norte de España aprovechando la migración prenupcial de las aves en su viaje de regreso a sus lugares de cría en el centro y el norte de Europa.

            En tiempos pasados no muy lejanos, se cazaban sin limitación alguna además de palomas torcaces y zuritas, ansarones, todas las variedades de patos, becadas, avefrías etc, pudiendo recordar los que llevamos unos cuantos años cazando las inolvidables jornadas arrastrándonos por el barro bajo unas temperaturas heladoras en pos de los ansarones y patos que tras encontrar el pirineo cerrado por los temporales se dedicaban a dar vueltas por los alrededores de la cuenca de Pamplona, posándose en las lagunas de Loza, Pitillas o en la de la Ulzama, o disfrutar de la maravilla que suponía la observación del espectáculo que supone la migración de todo tipo de aves en los puestos ubicados en los obligados pasos de las montañas del pirineo occidental que utilizan las aves en sus viajes migratorios.

            Sin embargo, esta tradicional modalidad ha estado interrumpida una decena de años, en los que por razones de índole ajenas a la de la conservación de las especies, y por lo tanto estrictamente políticas, todo ello auspiciado por un ecologismo de salón con el beneplácito del extinto ICONA, se prohibió en España en base a lo dispuesto en la Directiva 79/409 relativa a la conservación de las especies silvestres, al trasponer a la normativa Española en la Ley de Conservación de Espacios Naturales  y de la Flora y Fauna Silvestres una regulación prohibitiva de la misma que no quiso tener en cuenta la puerta que utilizó Francia, que gracias a la implicación de sus políticos con el mundo de la caza, se consiguió que se siguiera practicando en base a la excepcionalidad que se permitía el seguir realizándola en aquellos lugares tradicionales mediante una explotación prudente de determinadas aves en pequeñas cantidades.

En cambio en nuestro país, hemos tenido que esperar a que los nuevos vientos a favor de la caza que imperan en el actual Gobierno para que casi a finales de siglo se vuelva a permitir, eso si de una forma muy descafeinada a como se practicaba anteriormente, al permitir únicamente el cazar un limitado número de palomas torcaces y prohibiendo el resto de las especies que antes se cazaban.

            De los 1.800 puestos que antiguamente existían en Navarra, únicamente se permite cazar en la actualidad en medio millar, pudiéndose utilizar cada uno de ellos desde mediados del mes de febrero a la tercera semana del mes de marzo por un máximo de dos cazadores, estableciéndose un cupo de 4 palomas por cazador y día, y no pudiendo superar el número de capturas anuales los 3.000 ejemplares, lo que exige que semanalmente los responsables de cada coto tengan que informar a los responsables del Departamento de Medio Ambiente de las capturas que se obtengan a fin de cortar en cuanto se llegue a esa cifra, a la que por cierto en los años que llevamos tras la abolición de su prohibición nunca se  han superado. En el año 1999 se capturaron 752 ejemplares, en el 2.000 1.086, en el 2.001 1.560, disminuyendo las capturas el 2.002 y el actual debido a que las inclemencias metereológicas han impedido que se pudiera cazar la mayor parte del periodo.
            Un aspecto a destacar, y que lo diferencia de la pasa del otoño, es el carácter eminentemente social de la contrapasa, ya que a diferencia de la anterior en la que los puestos pueden ser adjudicados mediante subastas de los ayuntamientos  a todo tipo de cazadores que lo deseen y oferten el dinero suficiente para optar a ellos, o aprovechados directamente por los cazadores de los cotos donde estén ubicados, en la contrapasa únicamente los pueden utilizar los cazadores pertenecientes a las asociaciones locales de cazadores adjudicatarias del aprovechamiento cinegético de los cotos públicos y para titulares de los cotos privados que tuvieran concedido su aprovechamiento cinegético con anterioridad a 1999, por aquello de impedir la especulación.

            Al entender de la mayor parte de los cazadores el sistema de cupos está mal diseñado, ya que la contrapasa es una caza de fortuna y el hechos de tener no poder abatir mas de 4 palomas por cazador y día no quiere decir que un cazador que pudiera ir todos los días pudiera capturar este número los días que cace, ya que el hecho de las fechas en que se practica, y las especiales condiciones de climatología que se deben dar para que tengamos éxito, fechas después de los temporales que paralicen la migración en el prepirineo y tiempo despejado que permita a las aves viajar, viento norte, etc. Todo ello hace que el trascurrir del mes en el que se habilita la caza pueda haber de media 20 días en los que no pare de llover o de nevar, o que todo esté lleno de niebla que impide la caza,   y para unos días en los que por fin el sufrido cazador que ha tenido que aguantar estas penalidades ve por fin los inmensos bandos de palomas pasar por sus cabezas, se tiene que limitar a abatir sus cuatro palomas reglamentarias y regresar a su casa. ¿No sería más adecuado y totalmente respetuoso con la legislación que se estableciera un cupo de por lo menos una docena de palomas por cazador y día a fin de que estos días especiales los cazadores pudieran disfrutar? Problema no habría ninguno, porque además de que cuando se llegaría a las 3.000 palomas reglamentarias se paralizaría la caza, en Europa se estima que hay entre 30 y 40 millones de palomas, pudiendo cruzar el pirineo en estas fechas 6 ó 8 millones de ejemplares, es decir que lo máximo que se puede cazar supone la irrisoria cifra de un 0,04 % de sus efectivos.

Como he comentado antes, esta no es una modalidad de caza amable, ya que a semejanza con la que practican los cazadores de anátidas en esta época del año , se lleva a efecto bajo las mas duras condiciones metereológicas, en muchas ocasiones a soportando varios grados bajo cero que imponen los meses de febrero y marzo del norte, acudiendo a ella solo los verdaderos aficionados que estén dispuestos a soportar el frío, la lluvia y la nieve que suele haber en esta época del año en los collados querenciosos donde están instalados los puestos, más si cabe porque los días más idóneos son aquellos en los que despeja después de los temporales con un fuerte viento norte que silbando a nuestras espaldas obligue a los bandos de palomas a faldear las laderas de las montañas obligándolas a pasar a tiro de los puestos, ya que si existe viento sur y bonanza de las temperaturas, lo único que haremos será disfrutar del paso de los bandos a distancias inverosímiles al alcance de nuestras escopetas.

En los tiempos que corren en los que tristemente cada vez impera mas la caza enlatada y comercial que en algunos casos más que caza son un simulacro de ella, es fundamental que los cazadores sigamos luchando por las diferentes modalidades de caza tradicionales que todavía perviven en nuestro país y que son el estandarte de la mas pura esencia de la venatoria.

 

Archivado en:  Carlos Irujo,

 

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