Los cazadores de UNITEGA
La temporada pasada UNITEGA manifestó públicamente su agradecimiento al recién nominado Director Xeral de Conservación da Natureza da Consellería de Medio Rural por atender su petición de unificar los modelos de impresos que se estaban utilizando para realizar trámites como la solicitud de recechos y ganchos, la comunicación de resultados de las cacerías y para elaborar los Planes Anuales de Caza. Estos documentos se colgaron en la propia web de la Consellería de Medio Rural y a principios de la presente temporada pudimos ver que algunos de ellos incluso se actualizaron con modificaciones que los hacían más prácticos y fáciles de utilizar por los responsables de los Tecores. Una vez alcanzado este objetivo, desde UNITEGA se siguió incidiendo en este proceso de "unificación", por lo que en el pasado Comité Galego de Caza se pidió un modelo para elaborar los planes anuales de aprovechamiento de la arcea y la galiñola.
Pero poco nos duró la alegría, puesto que una vez empezada la temporada de caza, realizamos la pertinente pregunta a nuestras delegaciones respeto a si realmente se estaban utilizando los modelos "unificados" en cada uno de los cuatro Servizos Provinciais, y para sorpresa de todos nosotros, pudimos comprobar que sólo el Servizo de Conservación da Natureza de Ourense se mantuvo fiel a los dictados que les llegan de Santiago de Compostela; mientras que en las restantes provincias se volvió a las andadas, es decir, a elaborar un modelo diferente para que los Tecores pudieran presentar sus Planes Anuales de Aprovechamiento.
Ante esta situación sólo cabe preguntarse si tan diferentes son nuestras cuatro provincias para llegar al extremo de crear su propio modelo de impresos. ¿Porque no defienden esas mismas diferencias a la hora de reclamar la apertura diferenciada de la época de caza en cada una de ellas?, por ejemplo. ¿Que pretenden conseguir con estas acciones? ¿No se dan cuenta de que el único que están consiguiendo es alejar a la Administración de los ciudadanos?
Y después de lo relatado, desde UNITEGA nos preguntamos: ¿merece la pena seguir pidiendo que podamos realizar nuestros trámites a través de internet, o es mejor callar, y seguir cada uno por su lado...?
Juan Jose García Estevez.
Publicado en la revista Trofeo Caza & Conservación nº 485
No tengo nada en contra de los ecologistas. De hecho, yo mismo pertenezco a varios de estros grupos involucrados en la conservación de especies en peligro, y sustento con mis cuotas sus trabajos. No, no quiero hablar de estas personas que hace un serio trabajo de campo y un importantísimo trabajo de concienciación sobre la riqueza de nuestro entorno y nuestra fauna, y el destrozo que en ellos está causando la civilización moderna. Con ellos, los cazadores como yo, interesados en el medio ambiente y que contemplamos la caza como un recurso sostenible, encontramos muchos puntos en común.
Quiero centrarme en el otro tipo de ecologistas, los que se caracterizan por su radicalidad de planteamientos, y con los que los cazadores tenemos frecuentes enfrentamientos. Destacar una de sus características, la facilidad de convertir esta radicalidad en beneficios económicos en forma de subvenciones, de ahí que en el argot cinegético los conozcamos como “ecolojetas”. El tema no quedaría más que en algo jocoso si no fuese porque este tipo de gente, poco a poco y sin que hagamos nada al respecto, van tomando las riendas de la caza. Su perfil social hace que un trabajo relacionado con el medioambiente, de media jornada, bien remunerado, sin demasiada responsabilidad y del que nadie les pueda echar, sea más que apetecible.
Al menos en mi CCAA (y creo que en otras está pasando lo mismo), bastantes de ellos se han ido infiltrando en el Departamento de Medio Ambiente, y en los últimos años, han dirigido la caza casi ininterrumpidamente. Esto ha supuesto que cualquier motivo fuese bueno para limitar esta actividad con cada vez más trabas de todo tipo. El asunto es todavía más alarmante si tocamos el guarderío. Allí la mayoría son ecologistas anticaza ya que este puesto, estando todo el día en el campo persiguiendo a los malos, tiene un cierto encanto de redención por la causa. Además, es el puesto soñado para los que les gusta la fotografía de naturaleza, afición muy cultivada por estos grupos. A los pocos guardas de verdad que van quedando, sin sesgos ecologistas, esta mayoría verde los tienen relegados y con frecuencia les hacen el vacío laboral y social. Poco a poco los van marginando.
Va llegando el momento de poner fin a este asunto, y que la caza esté dirigida por gente que sepa de caza y -sobre todo- que esté a favor de la caza. Y si son cazadores, mucho mejor.
Juan Miguel Sánchez Roig
Coordinador de la Unión Nacional de Asociaciones de Caza (UNAC)
Presidente de la Asociación Canaria de Entidades de Caza (ACEC)
Vocal de la Asociación para el Fomento y Gestión de la Caza (AFECAM)
Es una pena, que en estos tiempos que corren de escasez, podamos constatar con nuestros propios ojos la falta de respeto por la orden general de vedas y las limitaciones que da la Ley de Caza para el ejercicio de la actividad. No respetar vedados que salvaguardan las especies para repoblar otras zonas aledañas dice poco. Actos como acechar comederos y bebederos, llevar más perros de los autorizados, utilizar artes prohibidas, cazar en zonas de seguridad, ensayar en época de veda, etc.; van en contra de nuestra propia imagen y en contra del colectivo de cazadores. Hay quién piensa: “En esto de la caza somos muchos, y si no la cazo yo, la cazará el que venga”, cuando la caza, es mucho más que un provecho o el simple hecho de matar por matar.
Los cupos de capturas, por ejemplo, que hay que respetarlos para que todos los días, que se puede cazar, cuando salgamos a disfrutar del campo con los amigos y con el trabajo de nuestros perros, hagamos de la nobleza del lance una satisfacción personal y colectiva al respetar y no actuar con ventaja ante la pieza salvaje, dejando madre en el campo para la siguiente temporada. “No hay mejor repoblación que lo que queda en el campo”. Si no respetamos los cupos de capturas, ni las mínimas normas de comportamiento, representa una falta de respeto y una alevosía hacia los demás cazadores y hacia la nobleza y bravura de las piezas de caza. Si los cupos se instauran como limitación para que una especie cinegética no merme, no respetándolos, nos convertimos en carniceros-escopeteros, más allá de lo que un cazador caballero es, en una palabra, “un amante de la naturaleza”. Tanto por legislación, como por ética, estas infracciones son hechos reprochables y sancionables que alguien debe poner orden para velar por el bien común legislado. La parte ética queda para el Caballero cazador, que partiendo del respeto a la dignidad por los animales, es solidario a los fundamentos legales que aseguran la sostenibilidad de la caza y cumple dignamente con ellos.
El Orden, en todas estas reprochables y poco deseables actuaciones de los cazadores, lo ponen las Autoridades: Policías, Guardas de Caza, Agentes Medio Ambientales y Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA), que en el ejercicio de sus funciones y competencias – ”proteger la Naturaleza” – se ven obligados a realizar algo que no debe de ser gusto para nadie: “hacer cumplir la Ley a los demás”. Un trabajo no siempre valorado, ni apreciado, sobre todo por el infractor, pero que es digno de elogio y felicitación, ya que aquellos Caballeros Cazadores de comportamientos éticos, morales y legales se verán respaldados por estos Agentes de la Autoridad, aunque a alguno le duela durante un tiempo, sobre todo, el bolsillo.
La preservación y sostenibilidad de nuestro patrimonio natural cinegético y la caza, dependen, en gran medida, de la componente interna del cazador, que debe reflexionar sobre la parte a cumplir como cazador para que este inmenso universo, que es la Caza, no sea un caos y funcione correctamente. La sufrida frase “sino la cojo yo la coge otro” es una falta de respeto a los cazadores, a nuestras especies, y a la Caza, porque al final, compramos la carne en el supermercado. El pretender matar más en menos tiempo, y ser el campeón de los campeones, sin cumplir las normas del juego en un ambiente de carencias, dice poco a favor del autor y ensucia al colectivo. El Patrimonio Natural Cinegético es de todos, y somos responsables de su conservación por el eslabón que ocupamos dentro de la pirámide animal. El preservarlo y respetarlo, también es labor de todos. Por todo ello, con toda humildad, pido respeto en el campo.
Antonio Mota. Coordinador de UNITEGA y Secretario de UNAC
En el verano del año 1999 los Tecores (cotos de caza) situados en los terrenos de la Laguna de Antela afrontaron el difícil reto de poner en funcionamiento un novedoso sistema de aprovechamiento de la codorniz durante los meses de agosto y septiembre. Aquella oportunidad de demostrar a la Administración y a los grupos anti-caza que se podía realizar un aprovechamiento de la codorniz sin que se cumpliera su vaticinio de “vais a acabar con todo bicho que se os ponga por delante” no fue desaprovechada por los cazadores ourensanos, y doce años después, quizás ha llegado el momento de echar la vista a tras y tomar conciencia de lo que se hizo, levantar la cabeza con un poquito de orgullo.
Ha llegado el tiempo de recordar aquel pequeño triunfo, y de los que vinieron después, cuando con mucho esfuerzo fuimos capaces de ampliar también la caza a la paloma torcaz y a la tórtola, convirtiéndonos de nuevo en ciudadanos y cazadores de primera, como los del resto de Autonomías de España. Dando un paso más en nuestra reivindicación diaria por conseguir "Los Derechos de la Caza”.
El nuestro es un colectivo acostumbrado a ver como limitan y coartan día tras día su actividad de ocio, como si de una pequeña fortaleza permanentemente asediada se tratara, esperando una y otra vez agachados detrás de nuestras murallas las envestidas de todos los que nos rodean y que vienen dispuestos a morder un pedazo más de las almenas que defendemos cada vez con más convencimiento de que esos nobles que nos lideran desde antaño siguen subidos a los altos minaretes color marfil de este castillo nuestro que se llama “La Caza”, carentes de intención y de argumentos para defendernos, ondeado una bandera con cinco aros de colores sobre nuestras cabezas que no nos hace sentir nada, y sin querer bajarse de esas alturas que deben marearles hasta el punto de no dar el golpe de mano que haga cambiar de una vez por todas el rumbo de esta contienda.
En la dureza de esa cruenta batalla que libramos día a día, no debemos olvidar nuestra identidad de cazadores, y recordar triunfos como el que hemos logrado en Galicia utilizando únicamente los argumentos de la caza racional y sostenible, y sin necesidad de hablar de ni de dineros, ni de campeonatos ni de gaitas de esas.